"Contamos una historia al público como si fuera la vecina del rellano"

Jordi Milán (Sitges, 1951), fundador del grupo teatral La Cubana hace 27 años, vuelve a dirigir Cómeme el coco, negro, comedia estrenada en 1989 que su autor define como "un espectáculo tierno y poético, pero muy participativo, con mucho colorido y mucho cutrelux". Originalmente estuvo en cartel hasta 1991 y se repuso para celebrar el 25º aniversario del grupo.

Pregunta. ¿Por qué recuperan Cómeme el coco, negro?

Respuesta. Fue el espectáculo que nos abrió a un público más heterogéneo, más popular, cuando La Cubana era conocida a otros niveles. Al cumplir 25 años nos propusieron hacer un espectáculo de refritos, y a mí no me apetecía. Así que decidimos reponer un espectáculo emblemático que habla de teatro y es un homenaje a todas las compañías ambulantes. Y a nosotros mismos, que somos una compañía viajera.

P. Y es un buen momento para los musicales.

R. En La Cubana ni cantamos ni bailamos; disimulamos. Nos gusta mucho hacerlo, pero no somos ni grandes cantantes, ni grandes bailarines; es un arte del disimulo. Entonces, no es que sea un musical, aunque sí que hay música. Una parte es toda una revista cutre de varietés, y después entra la historia que nos interesa: las interioridades de una compañía de teatro.

P. ¿Qué se les debe a las compañías ambulantes?

R. Nos deben el que llevemos el teatro a todos los rincones. El teatro es el arte más efímero de todos. Se crea y se descrea una cosa cada noche, y es un patrimonio que todo el mundo tiene derecho a disfrutar, no sólo las grandes ciudades, sino todos los rincones del país.

P. En La Cubana se resisten a contemplar al espectador simplemente como agente pasivo.

R. Es que nos basamos en un teatro cotidiano, que existe a nuestro alrededor. Ese teatro de rellano, de autobús, de mercado, es el que nos gusta coger y llevarlo a un escenario, para que el público, cuando venga, vea identificado a su cuñado, a la suegra o a su vecina. Siempre involucramos al público y le contamos una historia como si fuera la vecina del rellano.

P. ¿Causa alguna sensación especial el actuar en el único teatro privado de Bilbao?

R. Nos da igual actuar en un teatro público o privado, pero, por desgracia, los teatros privados y las compañías privadas están llamadas a desaparecer, porque en el momento en el que aparece lo público y el funcionario todo el mundo quiere ser funcionario.