Jon Lucien, cantante romántico
Puso color caribeño al 'soul' y al jazz estadounidense

Otros artistas caribeños retrataban sentimientos intensos; Jon Lucien prefería transmitir tranquilidad espiritual. Su sedosa voz de barítono le permitía encajar en diferentes formatos radiofónicos de origen estadounidense: sonaba en las emisoras de quiet storm (soul romántico), pero también en los diales de smooth jazz (jazz ambiental); en cualquier contexto, sus discos sugerían la calma suspendida de paraísos tropicales.
De verdadero nombre Lucien Harrigan, había nacido en Tortola, una de las británicas islas Vírgenes. Su padre trabajaba en una orquesta de música latina pero Lucien quedó fascinado por la elegancia vocal e instrumental de Nat King Cole. Todavía era un adolescente cuando se trasladó a Nueva York, donde se ganó la vida tocando el bajo y cantando en bandas de BBC (bodas, bautizos y celebraciones). En 1970, ejercía de animador en una fiesta cuando llamó la atención de uno de los invitados, un ejecutivo de RCA Records. Allí debutó con I am now.
En términos de mercadotecnia, el problema para Jon Lucien era dónde encajarle. Se le intentó lanzar como una versión caribeña de Johnny Mathis y similares crooners negros, pero no era el momento adecuado: en los setenta dominaba el carpe díem de la disco music y Lucien representaba lo contrario, la exploración delicada de sentimientos. Como experto en crear atmósferas íntimas, su repertorio tendía hacia los grandes estándares, fueran brasileños (Antonio Carlos Jobim) o estadounidenses (Cole Porter); su apertura a la actualidad sólo llegaba a baladas de Stevie Wonder y Bill Withers.
Sus discos para RCA, Columbia o Mercury eran modelos de pulcritud y suavidad, aunque también intentó modernizarse con la producción de Jeff Lorber. Él hubiera preferido seguir la pauta de un Al Jarreau, pero nunca tuvo las oportunidades. Sin embargo, no había dudas en sus directos: escenificaba letras amorosas con finura, usaba su cálida voz para evocar atardeceres caribeños. Convertía esos tópicos en amable realidad y se convirtió en un favorito de los locales nocturnos y los cruceros de recreo.
Una tragedia -la muerte de dos de sus hijas en un accidente aéreo- le alejó de los escenarios. Cuando volvió a actuar, descubrió que se había convertido en algo parecido a un artista de culto: la sensibilidad lounge permitió la revalorización de sus interpretaciones de Dindi, Rashida, The shadow of your smile y otras canciones eternas.

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