Malditos los falsos patriotas
Hace diez años de la liberación de Ortega Lara, secuestrado por la banda terrorista ETA. Su imagen grabada para siempre en nuestra retina contrasta dolorosamente con el contenido del comunicado aparecido en el diario Gara el pasado día 22. Kepa Ezeolaza, Mikel Goenaga, José Félix Zamakona, Mikel Epalza y Diego Bande de la "Coordinadora de sacerdotes de Euskal Herria" dicen que el "proceso de paz y resolución del conflicto deben seguir". ¿A qué conflicto se refieren? Repiten y repiten las palabras hasta que consiguen cambiar las ideas. Viene al caso traer aquí la maldición que Maite Pagazaurtundúa, presidenta de la Fundación del Foro de Ermua, en el homenaje a su hermano en 2003, profería contra quienes hablan de conflicto para justificar la presencia de ETA en la sociedad española: "Malditos también vosotros, los ciegos, pues permitís a los falsos patriotas, a los locos y a los asesinos un espacio repitiendo que hay un conflicto, como si cupiera un lugar intermedio entre el verdugo y su víctima".
No termina aquí la cosa: estos clérigos se atreven a pedir a las "instituciones legales (...) que cesen en todas las medidas legislativas, judiciales, penales, represivas de derechos ciudadanos y no fundadas en estricta justicia". ¿Los derechos de los asesinos? ¿Y qué pasa de Miguel Ángel Blanco, Fernando Múgica y tantos otros? La estricta justicia exige dar a cada uno lo que le corresponde: a los asesinos y a quienes los apoyan, la cárcel, y a las víctimas la memoria -sí, eso de que tanto se habla, la memoria histórica-. Produce espanto leer más adelante que no hay que responder "con condenas y culpabilizaciones a una sola de las partes". ¿Cómo se puede ser tan perverso como para igualar a verdugos y víctimas? ¿También los judíos eran culpables y de ahí el holocausto?
Estos defensores de la paz no solo pervierten el lenguaje, sino que hasta se atreven a acudir a citas evangélicas para validar sus afirmaciones: "lograremos la paz en la que salga victorioso el pueblo y se realice la afirmación evangélica: Bienaventurados quienes tienen hambre y sed de justicia y trabajan por la paz". Increíble, pero cierto.
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