Genéricos y marcas

El enfrentamiento entre los fabricantes de medicamentos genéricos y los llamados innovadores o de marca no es una buena noticia para los pacientes. Éstos necesitan de ambos: productos nuevos para las enfermedades aún sin tratamiento y versiones baratas de aquellos fármacos que llevan más tiempo en el mercado que ayuden a hacer sostenible el sistema sanitario. Si cualquiera de los dos bandos saliera derrotado del conflicto sería, por tanto, una mala noticia para todos.

La situación tiene una difícil solución. La protección de los derechos de patente pasa en España -y en muchos otros países del mundo, como India- por un periodo de adaptación en el que conviven reglamentaciones antiguas y otras más modernas. En esa confusión intentan los fabricantes de genéricos adelantar la salida de sus productos al mercado, y los grandes laboratorios utilizan su artillería legal para defender su posición. El botín no es una tontería: el mercado de medicamentos factura en España más de 13.000 millones de euros al año, de los que el 90% sigue en manos de los denominados fabricantes innovadores.

Las seis sentencias dictadas en el último medio año muestran que el panorama no está claro. Al margen de quién tenga razón en cada caso, la situación que más puede perjudicar al sector es la actual: una indefinición que puede retraer los esfuerzos de las empresas de genéricos y contribuir a que los grandes fabricantes retiren proyectos de investigación o inversión en España.

La indefinición resulta aún más negativa porque se trata de un sector estratégico, no únicamente en el sentido económico del término, sino por su impacto potencial sobre el principal activo de un país: la salud de sus habitantes.