"Yo sólo soy un empleado, no el ministro"

La desesperación no sólo se apoderó ayer nuevamente de miles de usuarios de Renfe, sino también del vendedor de billetes de la estación de Vilafranca del Penedès (Alt Penedès). Harto de insultos e intimidaciones, optó por bajar la persiana de la ventanilla y llamar a la Guardia Civil. Hacia las ocho de la mañana, medio centenar de personas se encontraban en la estación y al ver que sus trenes no llegaban empezaron a ponerse nerviosas. La mayoría de los usuarios fueron a pedir explicaciones y a recibir información a la ventanilla. Enfadados, algunos golpeaban el cristal con el puño, mientras que otros gritaban e insultaban al responsable de la taquilla. Al ver que la situación iba subiendo de tono, y con el precedente de lo que estaba pasando en Martorell, telefoneó a la Guardia Civil para pedir su presencia y cerró la ventanilla, lo que aumentó el grado de indignación de los pasajeros. Cuando los agentes llegaron a la estación unos minutos más tarde, muchos de los usuarios ya estaban nuevamente en los andanes.

Josep Lluís es el vendedor que optó por cerrar la ventanilla. Asegura entender el enfado de los que debían coger el tren a esa hora, pero no tolera que le falten al respeto. "Yo sólo soy un empleado, no el ministro", apuntaba ayer, con la ventanilla ya reabierta. Trabaja en Renfe desde hace 26 años y añora los tiempos en que la gente era más educada, "porque ahora no te dan ni los buenos días". Ayer pasó angustia, porque los usuarios se apelotonaban ante él (con el cristal de por medio) para pedirle información todos a la vez, con lo que era difícil entender nada. "La información la estábamos dando por megafonía, pero nadie la escuchaba", añade.