Hamás se bate en solitario
Un diplomático egipcio destinado en Tel Aviv charlaba meses atrás con Dov Weisglass, principal asesor del ex primer ministro israelí Ariel Sharon y durante unas semanas del actual jefe del Gobierno, Ehud Olmert. Y le dijo: "Tenemos más miedo a Hamás que a vosotros". El reino hachemí de Jordania sufre los mismos temores. En Egipto la fuerza electoral de los Hermanos Musulmanes, matriz del movimiento fundamentalista palestino, crece en cada cita con las urnas. En Jordania, es el partido político mejor organizado.
En ambos países árabes los islamistas aguardan su momento. Y los regímenes de Hosni Mubarak y del rey Abdalá no ven con buenos ojos que Hamás pueda tener éxito al frente del Gobierno. Les da pavor el contagio. De ahí que sus proclamas de apoyo al pueblo palestino resulten carentes de contenido para la población de los territorios ocupados por Israel.
En estos días de bombardeos, cerco económico, y sangrientos choques entre milicianos palestinos y soldados israelíes en Gaza, brilla por su ausencia cualquier condena a los ataques del Ejército y al precio que hacen pagar a los civiles, ofensiva tachada por el relator de Derechos Humanos de Naciones Unidas, John Dugard, como "moralmente indefendible".
La Unión Europea, tradicionalmente el principal donante de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), contribuyó con fondos y asesores a la organización de las elecciones del 25 de enero, en las que el Movimiento de Resistencia Islámica se alzó con la mayoría absoluta. Estados Unidos había presionado durante meses a Israel para que permitiera la participación de Hamás, porque no esperaban su contundente victoria. Pero ganaron. E inmediatamente comenzó un embargo económico a la ANP, antes de que el Gobierno islamista comenzara a ejercer sus funciones.
Exige la comunidad internacional al grupo islamista el reconocimiento de Israel, la renuncia a la violencia y la aceptación de los acuerdos firmados por la Organización para la Liberación de Palestina. Los islamistas rechazan reconocer el Estado judío. Con la mitad del Gobierno encarcelado en prisiones israelíes, y con la otra mitad en la clandestinidad, Hamás se bate en solitario.
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