El Festival de Teatro de Almada recuerda a Samuel Beckett

Presentado a bordo de un barco cacilheiro (que va y viene de Cacilhas) con una travesía por el Tajo como símbolo de su presencia en escenarios de las dos orillas del río de Lisboa, el Festival Internacional de Teatro de Almada está de vuelta. La 23ª edición ofrece, del 4 al 18 de julio, teatro -con un ciclo dedicado a Samuel Beckett en el centenario de su nacimiento-, danza, exposiciones, música y debates.

Se podrán ver 25 producciones, 12 de ellas foráneas y 13 portuguesas. La representación española corre a cargo de Els Joglars, que vuelven a Almada con el espectáculo En un lugar de Manhattan. Habrá también compañías y espectáculos de Francia, Bélgica, Reino Unido, República Checa, Brasil, Colombia y Senegal, pero la expectación máxima la acapara el Piccolo Teatro de Milán. El montaje de Giorgio Strehler de Días felices, de Beckett, que sube a escena en el nuevo teatro municipal de Almada (ciudad de 160.000 habitantes y Ayuntamiento de tradición comunista), parece a priori la estrella indiscutible del festival que dirige Joaquim Benite.

El ciclo dedicado al dramaturgo y premio Nobel irlandés (1906-1989) se completa con los títulos Esperando a Godot, dirigido por Miguel Reabra para el Teatro Meridional; la pieza radiofónica Todos los que caen, con dirección de João Mota, por la compañía Comuna, y Nada o el silencio de Beckett, por el Teatro de Marionetas / Porto, que dirige João Paulo Seara Cardoso. Habrá además un coloquio y una exposición documental sobre la obra de Beckett, aunque la muestra central de este año es Africania, del artista José Guimaraes, que se expone ya en la Casa da Cerca de Almada.

Entre los estrenos, Joaquim Benite destaca Esta noite, arsénico!, del italiano Carlo Terron, con dirección de Mario Mattia Giorgetti (por la Companhia de Teatro de Almada); A mata, de Jesper Halle, dirigida por Franzisca Aarflot (coproducción de Artistas Unidos, Chapitô y Det Apne Teater), y Don, mécènes et adorateurs, del autor ruso Alexandre Ostrovski, en versión de Bernard Sobel, por el Théâtre de Gennevilliers.