Una dosis anunciada de adrenalina

La operación materializada finalmente ayer tenía una fecha original: el 5 de junio pasado. Pero la comparecencia de Arnaldo Otegi y siete miembros de la ilegalizada Batasuna el miércoles 31 de mayo y jueves 1 de junio en la Audiencia Nacional llevó al juez Fernando Grande-Marlaska a cambiar el día, estableciéndose el lunes 19 de junio. Por tanto, he aquí un primer dato: no ha habido hechos urgentes que precipitaran la acción policial habida cuenta de los márgenes de tiempo con los que se ha trabajado.

Tampoco, éste es un segundo dato, fue una operación secreta o más o menos discreta. La operación fue publicitada con filtraciones a los medios de comunicación al menos con unas 24 horas horas de anticipación.

El juez Baltasar Garzón abrió esta investigación en 2004 y, según fuentes judiciales, el pinchazo de los teléfonos de los miembros de la red de extorsión, el seguimiento y el control de cada uno de ellos había proporcionado valiosa información sobre los movimientos de la banda terrorista ETA. Esas fuentes añaden que esa información podía seguir fluyendo hasta permitir una recomposición más completa del puzzle de chantaje y extorsión.

Precisamente, el juez Garzón, que ha estado fuera de España durante año y medio, regresa el próximo 30 de junio a Madrid y se vuelve a hacer cargo el 1 de julio del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional. Y, por tanto, de éste entre los demás casos sobre el entorno de la banda ETA.

Ayer cundía un interrogante: ¿Por qué razón desencadenar la operación? Una de las respuestas, que niega la existencia de un posible riesgo de fuga, explica esta historia por la necesidad judicial de una dosis adicional de adrenalina. El juez Marlaska cederá el mando del Juzgado Central de Instrucción número 5 al juez Garzón en 10 días.