Problemas en toda la ciudad, desde Sarrià hasta Nou Barris

"Cuando diseñamos el programa pensamos que en algunos distritos y zonas de la ciudad, como Les Corts o Sarrià-Sant Gervasi, no habría problemas. Pues nos equivocamos", reconoce Flor Majado, responsable del programa A partir del carrer. Tanto es así que en el distrito de Les Corts a los adolescentes que están en las plazas y los espacios públicos les han bautizado con un sobrenombre: los chicos de la llave. Son jóvenes con la llave de su domicilio colgada del cuello o del cinturón de los pantalones que están por ahí porque en casa no hay nadie. "Es un problema que afecta especialmente a estos dos barrios, habitados mayoritariamente por la clase alta. Familias de profesiones liberales con una dedicación muy intensa a su trabajo y que programan muchas actividades extraescolares para sus hijos. Se las saltan y los padres no se enteran porque los centros no avisan. El resultado es que están en la calle", añade.
Un vistazo a las estadísticas municipales lo pone en evidencia. Por ejemplo, el número de actividades de grupo realizadas en Ciutat Vella en 2005 fueron 26 y en ellas participaron 1.280 jóvenes. En Les Corts fueron 10 y a ellas se apuntaron 1.124. En intervenciones individuales, por ejemplo, Les Corts casi iguala a Ciutat Vella. Y Sarrià está por encima de Gràcia, Horta-Guinardó, Nou Barris y Sant Andreu. Esa intervención individual lleva acompañada cierto seguimiento y control por parte de los educadores, ya que se trata de jóvenes vulnerables.
El programa empezó enfocado principalmente a Ciutat Vella -el Raval y la Barceloneta- y Nou Barris. Se ha ido incrementando desde su puesta en marcha en 2003 con la plena conciencia de que irá a más: "Se trata de un programa socioeducativo que es fundamental para evitar situaciones de exclusión. Creemos que es clave en la estrategia de evitar mayores males y es evidente que hacen falta más recursos y la colaboración de entidades", sostiene Ricard Gomà, concejal de Bienestar Social del Ayuntamiento de Barcelona. Que la calle se convierta en un sitio de encuentro, sin más, no es problemático, pero sí lo es si se trata del lugar de consumo habitual de drogas, la válvula de escape frente al sistema educativo o incluso, al familiar: "Lo que ven los educadores es que los problemas de relación crecen cada vez más". Es el mal diagnóstico que resume Gomà.
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