La poética de lo espectacular
No hay duda de que Christo Javacheff (Gabrovo, Bulgaria, 1935) y su compañera y colaboradora, Jeanne-Claude, emprenderían con gusto el empaquetamiento del monumental depósito del Canal de Isabel II, aunque puestos a ello, resultaría tentador que ahora, aprovechando la coincidencia, cubriesen también la horripilante pirámide de cartón-piedra y toda la parafernalia faraónica que la acompaña. Permítaseme esta pequeña digresión, en forma de inocente broma, para dar cuenta del curioso bocadillo cultural de la Fundación Canal, donde periódicamente se embuten lo más high y lo más low que imaginarse pueda, lo cual convierte en paradójica cualquier convergencia. Lo es, desde luego, que quien proyectó separar las aguas del Canal de Suez con un gigantesco muro de barriles de petróleo, cual un nuevo Moisés de la era industrial, quede literalmente empapelado por un contiguo montaje egipcio al estilo de C. B. de Mille. En cualquier caso, como los extremos se tocan, no deja de tener su chispa esta alianza seguramente para el progreso.
CHRISTO Y JEANNE-CLAUDE
Fundación Canal
Mateo Inurria, 2. Madrid
Hasta el 9 de julio
Christo se dio a conocer en el fervoroso París de comienzos de 1960, como uno de los miembros más interesantes del Nouveau Réalisme, esa agrupación vanguardista, que, siguiendo los pasos del neodadaísmo americano, preparó la irrupción del pop en el continente europeo. Con una influencia surrealista procedente de Magritte, Christo adoptó enseguida una técnica de intervención urbana donde, por así decirlo, lo real se superponía a lo real, haciendo que sus instalaciones espectaculares mostrasen al alienado ciudadano las contradicciones a las que le sometía el sistema capitalista. Con el tiempo, no sólo aumentó su ambición, sino que supo adaptarse a los sucesivos campos de atención que fue fijando la vanguardia, con una inteligente mezcla del conceptualismo y el land-art. De todas formas, lo que le dio la enorme popularidad mediática que le ha rodeado los últimos treinta años fue, no sólo sus famosos proyectos y, a veces, realizaciones de empaquetamientos de los edificios y monumentos más emblemáticos de las grandes metrópolis, sino sus acromegálicas intervenciones en la naturaleza.
No puede pasar inadvertido
ciertamente que alguien corra una cortina descomunal en un valle del Cañón del Colorado o rodee con plástico coloreado unos islotes de la costa de Florida. No obstante, la espectacularidad de los proyectos de Christo es antiespectacular, no por lo que tiene de obvia denuncia política, sino por su complejo entramado poético. En realidad, convierte en poética la política cuando gesta trabajosamente, mediante una lenta tarea de convicción ciudadana, algunas de sus iniciativas, que, por fuerza, violan más las costumbres y las inercias ético-estéticas que los códigos rurales o municipales. La obra es así más el proceso que propiamente el resultado, aunque no se puede negar que este artista muy sensible haya aportado más ideas para embellecer el entorno que un congreso internacional de paisajistas. El tamaño y la elección del lugar acreditan su identidad pop, pero cualquiera de sus acciones nos revelan al formidable escultor que hay en él, que introduce la belleza más detonante donde sus colegas sólo han puesto apenas una idea ingeniosa y su aburrida proyección serial.
La indudable importancia de la exposición que exhibe la Fundación Canal se debe no sólo a la excelente selección retrospectiva de su trayectoria, en la que, junto al testimonio fotográfico de sus más célebres instalaciones, podemos apreciar muchos de sus refinados dibujos preparatorios y otras piezas singulares, entre 1960 y 2000. Hay, pues, en esta muestra un material precioso para conocer la trayectoria de Christo y de Jeanne-Claude, pero, sobre todo, lo imprescindible para ahondar en el sentido poético que configura su nada simple trabajo artístico. Con Faraón o sin Faraón, es una muestra imprescindible para desentrañar el trasfondo de uno de los más característicos artistas actuales.

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