Eto'o libera al Barça del fantasma lisboeta
Algo tiene el Benfica, aparte de ser un club portugués, que evoca la saudade que su pueblo tan bien canta. Una pose sobria, un aire tristón, cierta melancolía de un pasado que fue mejor (al menos, hace 44 años, en la tan traída y llevada final de Berna).
Con esa carga se pasea el Benfica, y el Barcelona, como cautivado por un fado, se contagia. Lo hizo en Lisboa, y ayer, casi casi en el Camp Nou. Hasta el último minuto tuvo que esperar el conjunto dirigido por Frank Rijkaard para liberarse y abandonarse al ritmo samboso de Ronaldinho y Eto'o.
Atrás dejaba una película de aire triste y con excesivo suspense. Demasiadas ocasiones falladas en Da Luz (casi 20), de donde salió con la eliminatoria en el aire (0-0) y una imagen de equipo en exceso perdonador. En ocasiones los palos (como en Berna), en otras la mala puntería, en las de más allá la buena actuación de Moretto... El caso es que el Barça no marcó ni un triste gol y sólo la ceguera del árbitro -no vio un penalti, por manos, de Motta- impidió que el Benfica le diera la vuelta a la tortilla y se presentara con ventaja en la vuelta.
Los azulgrana, se suponía, habían aprendido la lección. Pero el embrujo portugués también funcionó en el Camp Nou. Y hasta Ronaldinho se contagió: olvidó su samba, falló un penalti nada más comenzar y el sufrimiento se prolongó. Hasta que el propio gaucho lo remedió (1-0). Y entonces generó una doble ilusión: la de un encuentro plácido, con goles por doquier, que... en eso, en ilusión, se quedó.
El Barça volvió a desperdiciar un buen número de ocasiones y el Benfica, de nuevo, se lo medio creyó. O al menos lo intentó. Se desperezó, abandonó su tristeza y hasta en tres ocasiones Karagounis y Simão llevaron el pánico a las gradas del Camp Nou. La hinchada azulgrana, que había pronosticado generosas goleadas, se encogió, sufrió y, al tiempo, se encomendó.
Eto'o, al final, muy al final, se ofreció como redentor. Anotó el segundo gol, certificó el pase a semifinales y liberó por fin a su equipo de la tristeza lisboeta.
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