Zoro se hartó

Zoro, ciudadano de Costa de Marfil y futbolista del Messina, cogió el balón (m. 66) y se dirigió al cuarto árbitro. Estaba harto de los coros racistas de los seguidores del Inter, el equipo visitante -ganador por 1-2-, y quería que se suspendiera el partido. Adriano, Martins y otros jugadores negros le consolaron y le convencieron para seguir jugando. "No quiero protagonismo", dijo, "pero no acepto que cierta gente venga a mi casa a chillarme. En campo contrario, estoy acostumbrado; aquí, no".

El Inter ha jugado la primera fase de la Champions con su estadio vacío, sancionado por el comportamiento de un sector de sus tifosi contra el Milan la pasada temporada. La sanción, sin embargo, no ha cambiado los hábitos de esos seguidores impresentables.

Al final, Zoro prestó testimonio ante un representante de la federación con vistas a hipotéticas actuaciones contra los racistas. Antes de detener el juego, se había quejado ya al árbitro: "Me dijo que había tomado nota, pero llegó un momento en que no lo soporté más. Mis compañeros me preguntaron qué hacía. Adriano y Martins [interistas] me pidieron excusas. Me dijeron que, por desgracia, a ellos también les ocurren esas cosas y conseguí calmarme".