Estatut y fútbol
La más que probable larga tramitación del Estatut puede estimular en muchos ciudadanos, catalanes y no catalanes, emociones y reacciones viscerales que pudieran deteriorar nuestra convivencia. Creo tener la solución para evitarlo. Esta es mi propuesta: las Cortes, respetuosas con la voluntad del Parlament, no cambian ni una coma del Estatut presentado, pero se dan cuenta de que los legisladores catalanes en su prolijamente regulatorio proyecto han olvidado aclarar un punto dentro un tema al que siempre dan máxima importancia, y que desde luego lo tiene para el pueblo, el deporte. Respetando el espíritu del proyecto presentado, esto es, tener las instituciones catalanas la máxima independencia posible de las españolas comunes al resto de pueblos celtibéricos (tributos, justicia, selecciones deportivas, etcétera) las Cortes aclaran y añaden en catalán: "Por tanto, los equipos que juegan las ligas catalanas no juegan ni podrán jugar las ligas españolas". Son ligas diferentes, como son la escocesa y la inglesa, por ejemplo. Este texto final, respetuoso con todos, concluirá rápidamente su tramitación legal siendo sometido a referéndum del pueblo catalán. Y lo que diga el pueblo, va a misa.
Quiero pensar que el resultado del referéndum haría ver a ciertos políticos que lo que los ciudadanos quieren de ellos, para eso les pagamos, es mejorar la calidad de nuestra vida diaria y no complicárnosla a mayor gloria de ellos. Calidad de vida es, lo sabemos los buenos aficionados al fútbol, mayoría de votantes sin duda, disfrutar de un Real Madrid-Barça. El famoso pan y circo que bien conocían los políticos romanos: facilitar sustento y diversión.
Todo lo demás, entelequias de quién somos y qué nos diferencia, a estas alturas de la Historia, es marear la perdiz, retrógrado social y políticamente, reaccionario en una palabra aunque alguno lo proclame progresista. Quizá motivo de consulta personal a psiquiatra por obsesivo-compulsiva ambición de poder quizá, pero no motivo de discusión de pueblos ya establecidos y pacificados, en tiempos de globalización cada vez más competitiva.
Y esto hay que hacerlo de-prisa, antes de que el populismo nacionalista irresponsable de algunos (que, por ejemplo, ponen mapas imperialistas de unos míticos Paisos Catalans en un estadio de fútbol abarrotado) creen un problema grave de convivencia en nuestro país. Hay que parar a la, disfrazada de progre, extrema derecha catalanista antes de que despierten a la extrema derecha españolista, que ya sabemos cómo la gasta ésta.
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