Cuerda de quijotes
El centro penitenciario de Sevilla acoge una exposición de piezas de los internos inspiradas en la obra de Cervantes
El gimnasio del Centro Penitenciario de Sevilla se tornó ayer en un mueso. Entre sus cuatro paredes encaladas, obras hechas por los internos recreaban 27 escenas de El Quijote. Imágenes acerca de un personaje capaz de convertir en su cabeza a molinos de viento en gigantes y campesinas manchegas en princesas. Lo que nunca imaginó el hidalgo fue convertir un espacio deportivo carcelario en un museo.
Un cuadro formado por azulejos pintados daba la bienvenida a los visitantes que se acercaron a la inauguración de la exposición. La figura encorvada de un escuálido Don Quijote, a lomos de un huesudo Rocinante, pasea cabizbaja y derrotada frente a la vieja Cárcel Real de Sevilla. La ventana de una de las celdas se ilumina y deja ver la sombra de un hombre de nariz aguileña que escribe. Es Miguel de Cervantes que, preso, empezaba hace 400 años a redactar su obra magna que en 2005 se celebra. "El conjunto de azulejos, como otros varios incluidos en la exposición, son obra de un preso que ha preferido firmar con el nombre de Pepa, el mismo de su hija recién nacida", explicaba ayer Mercedes, la socióloga de la prisión de Sevilla y una de las coordinadoras de la actividad artística.
La misma Mercedes recorría ayer la estancia donde está el producto de más de ocho meses de trabajo. Y en su cara se reflejaba el orgullo que sentía por el resultado final. "Fíjate en estas maquetas", decía señalando dos escenas en miniatura, "aquí vemos la casa de el Quijote, la de verdad". En la representación, parecida a una de esas maquetas que usan los escenógrafos de teatro u ópera, se ve una casa de paredes blancas de cuya ventana principal, una mujer lanza los libros de caballería de Alonso Quijano. "Pero en esta otra", continuó, señalando la otra maqueta, "la casa se ha convertido en la visión que de ella tiene Don Quijote". Y de su casa imaginada surgen monstruos, caballeros y personajes mitológicos de pequeño tamaño. La obra se llama Cabeza de Don Quijote en ebullición.
Las dos maquetas son un ejemplo de lo que se ha intentado. "Les animamos a que se saliesen de la iconografía clásica de los molinos y que investigasen. De ahí lo de escoger 27 escenas", explicó la socióloga. Los monitores ofrecieron a los internos todo tipo de materiales para que se inspirasen. Manuel Anillo y Juan José Pernías lo hicieron de una lámina para su trabajo en hierro, un Cervantes enrejado. "No sé de quién era la lámina", reconocía Pernías. Para él, el trabajo ha sido todo un camino de descubrimiento: "Sabía que el libro era famoso y eso, pero he ido aprendiendo muchas cosas, por ejemplo, que Cervantes lo empezó en una cárcel como esta".
Aprender cosas nuevas de la obra cervantina. Y de uno mismo. Como el británico James Taylor, que empezó a pintar en la prisión hace 2 años. Le queda uno para cumplir su sentencia por tráfico de hachís. "Empecé copiando a los clásicos. Aunque prefiero a los impresionistas. Pero para estos cuadros, he querido inspirarme en Murillo(...) Yo también soy un poco Quijote. Me gustan los sueños y las aventuras. Por eso estoy aquí", dice. Su esposa, "mi Dulcinea", vive en el módulo de mujeres.
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