Un bailarín con las espaldas mojadas

El bailarín cubano Rolando Sarabia, sin duda la figura más prometedora de su generación, con 25 años y una brillante carrera internacional, que se ha visto ocasionalmente interrumpida por algunos accidentes en su rodilla derecha y un difícil carácter que le ha ocasionado sanciones laborales severas, llegó anteayer por sorpresa y por tierra a Miami, donde ha solicitado asilo político. Mientras el Ballet Nacional de Cuba al completo está de gira por España (anoche bailaron en El Escorial), Sarabia obtuvo un permiso especial del Ministerio de Cultura cubano para bailar de invitado en unas funciones en Ciudad de México, donde le esperaban unos familiares y amigos que le ayudaron a cruzar la frontera en plan espalda mojada y culminar una defección prácticamente anunciada. Lo sorprendente es que su hermano menor, Daniel Sarabia, de apenas 20 años y que ya fue la revelación, premiado como solista clásico, en el último concurso de Nueva York (se dice que será enseguida otra estrella por su refinamiento y calidad), había hecho este mismo novelesco periplo más propio de los tiempos de la guerra fría o de una novela de LeCarré, hace tres meses. Ambos hermanos se han reencontrado en Florida sin su padre, uno de los más veteranos miembros de la compañía oficial cubana. Rolando Sarabia partirá enseguida al Ballet de Boston, donde le espera un contrato de primer bailarín al que no tuvo acceso hace dos años, cuando se le negó la posibilidad de salir de la isla, aunque su debú oficial en Norteamérica será a mediados de septiembre, dentro de las galas del X Festival Internacional de Ballet de Miami, según anunció hoy en esa ciudad su director artístico, Pedro Pablo Peña.