"Yo quise ser bombero"
Gravesen, que llegó como refuerzo invernal, se ha convertido en una referencia del Madrid

Era un joven tan indómito que cuando jugaba en el Everton le llamaban Perro Loco. En la selección danesa, recién llegado, con 18 años, se enfrentó al mismísimo John Sivebaek -hoy Sivebaek es su representante- como si él fuera el líder.
Hubo tiempos en los que Thomas Gravesen vivió bajo la égida de padres preocupados que quisieron reconducir su vida hacia el estudio de una carrera que lo alejase por fin de los enlodados campos de fútbol de Dinamarca. Una carrera cimentada en libros que espantasen de su cabeza la idea de enfrentarse a las llamas de Vejle, el pueblo natal, con una manguera en la mano. Porque desde pequeño tuvo vocación de servidor social. Quiso ser bombero.
"He intentado", dice Gravesen; "ser futbolista con tanta fuerza, toda mi vida... Al principio quise educarme para llegar a bombero. Cuando era joven. Hasta que tuve 16, 17 años... y opté por el fútbol profesional".
"Soy un fanático. El domingo vi cuatro partidos. No tengo otra pasión en la vida"
Hoy, en el Sánchez Pizjuán, Gravesen ocupará el medio centro de un Madrid prácticamente desahuciado. Hasta su llegada en enero, en la jornada 17ª, el equipo había ganado diez partidos, perdido cinco, y empatado dos. Con Gravesen, el balance ha sido mejor: 14 victorias, dos empates y tres derrotas. "Demasiadas", se lamenta Gravesen. "Tres derrotas son demasiadas".
Desde que Michael Laudrup avisó que Gravesen, por su "carácter", en un vestuario como el madridista "tendría problemas", el hombre es una seda. Un muchacho tierno y simpático al que sus compañeros adoran. Le llaman Marote [cabezón, en el lenguaje coloquial rioplatense]. Y Helguera, con quien comparte labores defensivas, tierne la opinión más extendida: "Es un fenómeno".
A muchos galácticos les hace gracia porque no comprenden su apego por el oficio. Les sorprende un tipo que es capaz de pasarse las tardes sentado en el sofá de su casa mirando las tertulias de Real Madrid TV. Lo hace con un diccionario español-danés, danés-español en la mano y apuntando las palabras que no comprenda -"edificio" es su preferida-. El sábado, con el vocabulario enriquecido, disputa el partido de rigor. Y el domingo, de vuelta en el sofá, ve todos los partidos que puede. Ocho, nueve, diez horas.
"El domingo", decía el martes pasado; "vi cuatro partidos: el del Chelsea; el Depor-Atlético; el Zaragoza-Athletic y el Valencia-Barça. Nos sentamos con mis amigos a ver fútbol, a hablar, a mirar la tele. Intentando comprender lo que dicen los comentaristas. Es bonito. Es lo que me gusta. Mirar la Liga inglesa, la Bundesliga, el Barcelona...".
"No tengo otra pasión en la vida", recalca Gravesen, que es soltero y vive solo. "Mi pasión es el fútbol. Me gusta jugarlo, verlo, hablar de él. Y me gusta entrenarme. Cuidarte es muy importante. Estar fuerte es fundamental. Comer bien, de la manera adecuada. Sobre todo pasta. Pasta y, si como carne, sobre todo pollo. Y pescado. Y verduras".
"Sí, soy un fanático", admite. "Lo soy. Realmente me gusta el fútbol mucho, mucho. Me gusta lo que estoy haciendo. Este club es tan grande y los jugadores que hay aquí son tan fantásticos que ¿por qué no disfrutarlo?".
Gravesen lo disfruta hasta cuando levanta pesas. "En el Everton", cuenta, "me lesioné. Para recuperarme comencé a hacer muchas pesas en el gimnasio. Y fui creciendo y creciendo, haciéndome más y más pesado. Hasta que un día me dijeron: 'Oye, no te metas más ahí dentro'.Es muy importante que tenga los brazos, los músculos lumbares, y los abdominales laterales bien fuertes. Te ayudan cuando proteges la pelota y empujas a la gente, y cuando corres".
Meticuloso como es, pasó meses de desconcierto en el Madrid. "Al principio me preguntaba: '¿Y yo qué hago aquí?'. Ahora voy entendiendo más las charlas tácticas. El técnico me pide que me meta entre los centrales para corregir; que cubra a Salgado si sube; que dé seguridad. Que mis compañeros digan: 'Ok, no hay problema si me voy arriba porque Thomas me va a cubrir'. Tienen que despreocuparse porque no habrá espacios vacíos en el medio campo. Esto es importante en este equipo y es mi trabajo, así que me siento tan importante como los demás".
"Cuando tuve la posibilidad de venir", dice el jugador; "nunca me planteé que me necesitaban. Jamás vi al Madrid y me dije: 'Aquí puedo hacer un gran trabajo'. Mi sentimiento fue distinto. Me alegró estar disponible para jugar en este equipo porque era un gran equipo. Un equipo desafortunado, que no había tenido los resultados que merecía. Me animó muchísimo imaginarme a mí jugando con estos tíos. He tratado de mostrarles cómo soy para que me acepten. Yo no puedo decirles: 'soy así y así'. Sólo puedo abrirme para que vean que soy el tío que pone un poco de humor a las cosas, y un jugador de fútbol serio".

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