El nuevo Ejecutivo busca limar diferencias con EE UU

La grave crisis política ecuatoriana parece ser la actual piedra en el zapato del Gobierno de Estados Unidos. En efecto, la Casa Blanca no ha podido establecer un claro derrotero político y diplomático, tras la salida del ex mandatario Lucio Gutiérrez, dada la incertidumbre sobre el nuevo presidente, Alfredo Palacio.

Washington ve con recelo el hecho de que el país andino se niegue a dar inmunidad a los marines y empleados civiles estadounidenses de la Base de Manta y de que se abstenga a involucrarse en el Plan Colombia de lucha contra la guerrilla, el terrorismo y el narcotráfico. Quito se resiste a intervenir en la política interna del país vecino.

A pesar de que el nuevo Gobierno ecuatoriano no requiere reconocimiento internacional, puesto que es de continuidad, según la Constitución del país, es indudable que a Quito no le interesa estar enfrentado a Washington. EE UU aún no se pronuncia al respecto. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, declaró, poco después de ser destituido Gutiérrez, que deberían convocarse nuevas elecciones. La propuesta fue rechazada por el presidente Palacio. El nuevo mandatario señaló que la declaración suponía una injerencia en la política de Ecuador.

Con el objeto de limar las diferencias, se ha anunciado para el próximo martes un encuentro entre el presidente Palacio y la embajadora de EE UU en Ecuador, Kristie Kenney. En una estricta interpretación del derecho internacional, si esta reunión se celebra, supondrá un reconocimiento tácito del nuevo Ejecutivo por parte de EE UU. No obstante, la embajadora ha aclarado: "Será una visita, digamos, de Estado, y no de Gobierno a Gobierno, pues nosotros siempre hemos reconocido a Ecuador como nación". "No obstante, la decisión de que Palacio sea reconocido o no como presidente, depende de Washington", añadió Kenney.