Un nuevo héroe para Italia

Nicola Calipari "sacrificó su vida para liberar y proteger" a Giuliana Sgrena, dijo Giuseppe Pisanu, ministro del Interior, y fue "el héroe más auténtico y humano de toda esta peripecia atormentada". "Estamos transidos por el dolor", dijeron la madre y el hermano sacerdote de Calipari. La esposa prefirió no hablar.
La muerte de Nicola Calipari, de 51 años, calabrés y licenciado en Derecho, causó un tremendo impacto sobre la ciudadanía italiana. Hasta anoche era un desconocido, un funcionario de la Policía de Estado que había desarrollado una carrera de cierta brillantez (jefe de la Brigada Móvil de Cosenza, jefe de la Brigada de Narcóticos de Roma y subjefe de la Móvil de la misma ciudad y jefe del centro Interpol para el centro de Italia) pero sin proyección pública.
El año pasado ingresó en el servicio secreto (Sismi), sin causar baja en la Policía de Estado, con una misión muy concreta: negociar en Irak la liberación de rehenes. La de Simona Torretta y Simona Parri, que consiguió, y la de Enzo Baldoni, que no. Simona Torretta le recordaba como "una persona simple, buena y generosa". Sus compañeros le definieron como "un hombre tranquilo, irónico, muy sureño".
Cuando se produjo el secuestro de Giuliana Sgrena, Calipari fue enviado de nuevo a Bagdad. "Es la persona a la que más debemos agradecer la liberación de Giuliana", declaró Gabriele Polo, director del diario Il Manifesto.
Calipari estaba casado. Su mujer, funcionaria, trabajaba precisamente en el palacio Chigi, la sede de la Presidencia del Gobierno. Dejó dos hijos, una chica de 19 años y un chico de 13. Silvio Berlusconi prometió "todo el apoyo moral y económico" a la familia. Anoche empezaba ya a prepararse un solemne funeral de Estado por el policía muerto mientras trasladaba a Giuliana Sgrena al aeropuerto de Bagdad y al avión que debía conducirles a todos de regreso a Roma.
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