Japón entra en el sexto año de deflación tras la caída de precios en enero

La caída del IPC en enero en Japón, un 0,8% mensual y un 0,3% interanual, extiende la deflación durante más de seis años y reduce las probabilidades de que el banco central ponga fin a su política monetaria, que adoptó en marzo de 2001 y en la que mantiene los intereses a corto plazo cercanos al cero (0,10%). Esos datos, comunicados ayer por el Gobierno japonés, revelan que la segunda economía del mundo, después de la de Estados Unidos, continúa atrapada por la presión deflacionista y por una recesión que afectó a tres trimestres consecutivos el pasado año.

Los datos de la Oficina Central de Estadísticas señalan que el IPC se sitúo en 97,2 puntos sobre la base de 100 fijada en el año 2000, lo que supuso su cuarta caída mensual consecutiva. Se explica por el recorte de los costes telefónicos y de los precios en cereales y otros alimentos, así como por la mayor competencia en artículos de electrónica.

Los precios de los ordenadores personales bajaron un 31,2% en 2004 y los de los ordenadores personales portátiles, un 28,4%, caídas que supusieron una disminución de un 0,02% en ese sector en el IPC en febrero en Tokio, indicador fundamental para anticipar la tendencia en todo el país, dado que en la capital vive uno de cada diez japoneses.

A todo ello se suma el que el IPC cayó en esa ciudad en febrero un 0,5% respecto a febrero del pasado año, lo que supuso el 65 mes consecutivo de retroceso y un 0,1% en relación a enero.

La caída del IPC, la mayor desde mayo de 2004 y acelerada por el 0,2% de retroceso en diciembre, se ajusta a los pronósticos de entre un 0,5% a un 0,2% de descenso de precios que habían adelantado los economistas. Éstos consideran que, a corto plazo, se está lejos del fin de la espiral deflacionista en la que el país asiático entró en abril de 1998 y por la que los precios han descendido o, al menos, permanecido estables durante numerosos meses.

La evolución del IPC es observada de cerca por el instituto emisor de Japón a la hora de establecer su política monetaria, con la que seguirá adelante hasta que el IPC sea positivo, es decir, por encima de cero, durante varios meses y no ofrezca señales de recaída, según han reiterado sus autoridades.