Bellos y seguros
Lo bello no debe estar reñido con lo alto; ni lo alto con lo seguro. De eso último se trata después del pavoroso incendio que destruyó hace una semana la madrileña torre Windsor, en pleno corazón financiero de la capital. No están aún del todo aclaradas las causas del siniestro. Es labor de la policía científica confirmar si el edificio carecía de un sistema automático de extinción en contra de lo que sostiene la compañía propietaria, que también niega que se produjera un cortocircuito. La delicada tarea de demolición ha comenzado. Es una operación no exenta de riesgo. Ojalá se solvente sin excesiva tardanza para no perjudicar más al vecindario, al comercio de la zona y a los usuarios del metro.
En un drama donde afortunadamente no ha habido muertes, resultan bastante misteriosas las imágenes captadas por un videoaficionado de dos personas deambulando por una de las plantas intermedias, tres horas después de que se hubiera descubierto el fuego y cuando los bomberos habían desalojado por completo el inmueble. El Ayuntamiento ha pedido que el vídeo se envíe al juez instructor.
La Comunidad de Madrid elaborará a partir de hoy un censo sobre la seguridad de los más de 240 edificios que superan los 50 metros de altura en la región (en realidad, todos excepto uno se hallan en la capital). Consiste principalmente en comprobar y contrastar el funcionamiento de los sistemas de prevención y extinción de incendios para acomodarlos al cumplimiento de la normativa regional aprobada hace dos años y que debe estar operativa no más tarde de marzo de 2006.
La torre Windsor estaba siendo remodelada precisamente para ajustarse a esa norma. Los expertos insisten en que esta clase de edificios son, por lo general, seguros en España. El peligro se esconde en la necesidad de hacer una buena revisión sobre los más vetustos. Los rascacielos erigidos hace más de tres décadas es muy probable que incumplan las exigencias básicas. Los que están en construcción, como las espectaculares torres que se van a levantar en los terrenos de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, cumplirán sobradamente las normativas vigentes, según aseguran sus arquitectos. Así debe ser tanto en esta ciudad como en el resto de España, porque sería lamentable que pudiera desatarse una psicosis de pánico contra la belleza y la funcionalidad de la arquitectura vertical.
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