Arces en Valencia

Por fin lo han conseguido. Los arces de la calle Salamanca de Valencia van cayendo inexorablemente ante el estupor de muchos vecinos y la complacencia de otros. Esto viene de hace años, siete u ocho, cuando llevaron a cabo una poda poco convencional cortando las ramas pegadas a las fachadas a ras del tronco. El motivo que se adujo entonces no fue baladí: evitar que subieran las ratas, no sé si las de dos o cuatro patas.

Un técnico amable y educado me ha alegado una serie de razones para talar los árboles. Pero tras un diálogo largo y respetuoso me ha confirmado lo que yo pensaba: hay huecos sólo en algunos troncos, con lo cual resulta lógico su tala, pero no en los restantes. El problema viene por sus larguísimas ramas que con el peso pueden vencerse, caer y dañar a alguien, lo que conllevaría la consiguiente indemnización por parte del Ayuntamiento. Pero si lo anterior se resuelve podándolas más cortas, nos evitaríamos dicho problema y sus riesgos.

Después del crimen cometido hace más de 30 años con los plataneros (que creo que no se pueden podar) de la Gran Vía Marqués del Turia, seguimos en las mismas: falta de profesionalidad u órdenes de arriba.

Recuerdo la novela de José Luis Sampedro La sonrisa etrusca cuando su protagonista, estando en un banco de una plaza de la gran ciudad, ve podar a un chico joven unos árboles y se dice a sí mismo que está cometiendo un asesinato. Pues eso es lo que están haciendo con los arces de la calle Salamanca, y es lo que más me indigna ante la indiferencia de muchos.