Artificio natural
Por más que la producción del tándem integrado por Anthony Aziz (Lunenburg, 1961) y Sammy Cucher (Caracas, 1958) tenga en origen una base fotográfica, todo el énfasis de su apuesta creativa se centra en la primacía otorgada al empleo del ordenador en la manipulación de las imágenes, lo que sitúa hoy su trabajo entre los referentes principales de la corriente asociada a la reivindicación de una práctica artística edificada a partir de procesos de síntesis digital. Durante largo tiempo, los ciclos icónicos que han caracterizado su trabajo conjunto giraban básicamente en torno a uno de los estereotipos recurrentes que han dominado la escena plástica reciente, el motivo del cuerpo, tal como quedó reflejado por las anatomías clausuradas que presidieron la anterior muestra personal que ambos artistas neoyorquinos presentaron en Madrid cinco años atrás, en el Espacio Uno del Reina Sofía.
AZIZ+CUCHER
Galería Trama
Alonso Martínez, 3. Madrid
Hasta el 18 de febrero
Sin embargo, las piezas y el vídeo que Aziz y Cucher nos ofrecen en esta ocasión, pertenecientes al proyecto Sinaptic Bliss que han venido desarrollando en el curso de los dos últimos años, alteran significativamente los parámetros distintivos de su obra anterior. De entrada, abandonan aquí el tema del cuerpo para orientar su interés hacia el paisaje. Pero introducen además un cambio de alcance mayor al renunciar a la mimesis ilusoria que distinguía la paradójica reelaboración metafórica de los referentes inmediatos de la realidad objetiva, empleada como estrategia vertebral en etapas anteriores.
El trabajo reciente se de
canta a favor de un nuevo enfoque sintáctico que impone un distanciamiento radical en su acercamiento gráfico a las fórmulas de la codificación ornamental y la disgregación rítmica de lo sensible. Y no en vano, frente al equívoco idealizado en la tradición del paisaje, Aziz y Cucher preferirán asociar en un sentido más propio y elocuente, este sugerente quiebro desarrollado en el marco de Sinaptic Bliss al paradigma del jardín donde, en idéntico sentido que su presente exacerbación del filtro impuesto por la mediación digital, es el reino absoluto del artificio el que se impone como reinvención enteramente emancipada del cosmos natural.

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