Si puede empeorar, empeora

Pensábamos los vecinos de Barajas que la capacidad de agresión hacia nosotros de todo lo que conlleva el Gran Barajas había tocado fondo. Desgraciadamente se confirma la máxima de que si algo va mal, es susceptible de poder ir aún peor.

Les contaré las causas de esta nueva agresión (ver EL PAÍS del 2 de diciembre). Como el Ministerio de Fomento necesita imperativamente la creación de accesos al nuevo Barajas (recordamos que está previsto duplicar la capacidad del aeropuerto actual), han tomado la brillante decisión de aplicar a las nuevas, fáciles y directas vías de acceso el procedimiento de peaje de pago (claro, los pobres concesionarios de autopistas tienen que vivir).

Ahora bien, como por ley debe haber siempre un acceso alternativo gratuito, no se les ha ocurrido nada mejor que para poder llegar a través del acceso gratuito a la nueva Terminal T4 sea imprescindible llegar, pasar y dar una vuelta por las viejas T2 y T3. Puedo asegurarles que es tan complejo y aberrante el diseño previsto que el sufrido viajero renegará de haber intentado ahorrarse el peaje. Y si logra llegar a su destino en la nueva T4, además de tarde, llegará mareado.

Queridos responsables del Ministerio de Fomento y de AENA, ¿son ustedes conscientes de los atascos monumentales que se van a formar en la avenida de Logroño? ¿Han pensado en el caos que se provocará en el casco de Barajas pueblo y/o en la avenida de la Hispanidad?

Evidentemente, el Ministerio de Fomento quiere que usemos el acceso de peaje? ¿Por qué será?

A los vecinos del distrito de Barajas no nos vale el argumento de que el diseño es del anterior ministro: rompan las ligaduras con el pasado; no acepten que empiece mal algo que todavía no ha comenzado. También en los temas cotidianos de nuestra actividad diaria tenemos los ciudadanos derecho a notar que hay un cambio de Gobierno.

Bastante tenemos ya los vecinos de la Alameda de Osuna, con el ruido y los olores de los aviones como para añadir ahora los provocados por el caos circulatorio. ¡Qué barbaridad.