Palabras libres
Compota, canela, seda, ternura, alegría, vivir. Orgullo, casi, cansancio, maleta, merienda. Pero también saña, calaña, canuto, escoria, rabia, mentira, resaca. Lujuria, incluso. Estas son algunas de las 200 palabras que forman parte, en el paseo de Recoletos, de la iluminación navideña de este año. Pertenecen al encargo decorativo que recibió la artista Eva Lootz por parte del Ayuntamiento, y que esta vienesa afincada en España, premio nacional de diseño 1994, ha convertido en una suerte de instalación artística. Cuando se avanza en coche o se pasea a la altura de la Biblioteca Nacional, cuyos egregios volúmenes contienen, sin duda, todas esas palabras, uno va leyendo las luces y, por tanto, reflexionando, imaginando, recordando, pensando, siguiendo el hilo luminoso de esas voces.
Pero tan saludable atrevimiento ha causado gran polémica, pues muchos consideran que no se trata de motivos propiamente navideños o, al menos, de palabras navideñas. Por palabras navideñas supongo que entienden pastorcillo o zurrón, que a diferencia de las de Eva Lootz nadie utiliza jamás: las que lucen en Recoletos, nos gusten o no, son las palabras nuestras de cada día, como el pan del Señor. O quizá los ofendidos quisieran sólo esas grandes palabras, con mayúsculas, cuya reiteración circunstancial y posterior traición ya no transmite sino descreimiento: ¿esperanza, acaso? Esa paz en varios idiomas que inunda ahora la calle de Alcalá, y queda muy bien, pero cuando fue necesaria de verdad -naturalmente, contra la guerra- acabó pisoteada como los pasquines que la contenían. Será que entonces no era Navidad, y a eso me refiero. Se desconciertan los pacatos y se escandalizan los bienpensantes que, como afirma la propia Eva Lootz, convierten en malsonantes palabras que en sí mismas no lo son: depende de la lente con que se mire. Y, por fortuna, en plena Navidad, el Ayuntamiento nos permite mirar nuestra ciudad desde otro prisma. Así que, mira por dónde, estas fechas tan entrañables van y me acercan al gallardo edil que, claro, en ese acercamiento, se aleja aún más de los suyos. Porque los suyos, que están a la derecha de la derecha, tachan el proyecto como propio de una Navidad laica. Pero la Navidad, aparte de una misa de gallo que no tengo constancia de si ha quedado ya en leyenda, y de unas reuniones familiares sobre las que el niño me libre de ahondar aquí y ahora, lleva mucho tiempo no ya siendo laica, sino puramente comercial. Y, ya puestos a gastar 225.000 euros en decorar el delirio consumista callejero, es un alivio, un detalle de buen gusto, que se nos haya privado al fin de las campanillas con lazos, el muérdago y los angelotes del flautín, esa concepción basada en la "dulzonería" empalagosa e hipócrita a la que también se refiere Eva Lootz.
Desde luego, prefiero sus "palabras libres", que actúan entre sí y con nosotros y llenan la calle de letras que no representan otro producto que su esencia misma: si venden algo es sugerencia, polisemia, la impura belleza de la lengua. Ha tenido que explicarse la artista y señalarnos el ritmo y la aliteración de las repeticiones de sus letras y sonidos sin mensaje: a los claros clarines de Rubén Darío se ha remitido. Pero en este país de suspensos, donde la gente se planta en Navidad gorros con cuernos de reno, caretas de Hellraiser y pelucas de drag, quién sabe nada de esos versos de la "marcha triunfal" (de voces los aires se llenan...) del poeta nicaragüense. Con exquisita ironía, Eva Lootz contó también que no pone árbol ni Belén en casa porque los libros no le dejan sitio.
A quienes nos gustan las palabras más que la Navidad nos resulta atractivo que brillen suspendidas en nuestras calles. Pero puestos, en cualquier caso, a rebajar la mirada y buscar el sentido coyuntural de muchas de las palabras libres de Recoletos, habrá que reconocer que compota y canela son palabras muy navideñas (cuánto empacho en la memoria), como lo son el cansancio y la maleta (qué fatiga en el alma), pero no le van a la zaga el canuto y la resaca, tan navideños (quién se atreve a negarlo). Y, con suerte, lujuria. En cuanto a las palabras feas que agreden a los bienpensantes, a los hipócritas: dado el supuesto mensaje de la Navidad, que tanto echan en falta, y dado que más de cinco millones de niños mueren de hambre en el mundo cada año, ¿no resultan, asimismo, muy navideñas las palabras escoria, saña, calaña, mentira o rabia?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
El Govern recomienda usar mascarilla en el transporte público ante el auge de la gripe
Elecciones presidenciales de Chile 2025, en vivo | Abren las mesas y comienza la votación
La Real Sociedad destituye a Sergio Francisco y nombra, de manera interina, a Jon Ansotegi
Localizan en una playa de Melilla un cadáver arrastrado por el temporal
Lo más visto
- Guardiola elimina la prohibición de que los jefes de servicio de la sanidad pública ejerzan en la privada y sube un 59% la derivación de pruebas
- Sin duchas ni camas adecuadas, y con obras en marcha: así estrenaron 30 niños extranjeros el centro de acogida de La Cantueña de Ayuso
- Los 50 mejores libros de 2025
- Rusia eleva la presión sobre la UE con una demanda para evitar que financie a Ucrania con sus activos congelados
- El jefe de la misión de rescate de María Corina Machado: “Fue una de las operaciones de mayor riesgo en las que he participado”




























































