Una entidad con 10.000 sucursales y 59 millones de clientes
Si consigue absorber al Abbey, el grupo bancario del Santander se convertiría en el décimo del mundo por capitalización bursátil (50.700 millones de euros a 22 de julio pasado), tendría 9.940 sucursales, 131.000 empleados, 59 millones de clientes, unos activos de 617.900 millones de euros, unos depósitos de 244.700 millones de euros y créditos por 335.600 millones de euros.
La compra del Abbey permitiría al grupo Santander diversificar su actual presencia exterior, dominada por las inversiones en América Latina. Uniría las 741 oficinas del Abbey en el Reino Unido a las 4.369 que tiene en España, 1.874 en Brasil a través del Grupo Santander Banespa, 1.018 del Grupo Santander Serfin en México, 670 del Grupo Totta/Banco Santander Portugal/BSN, 370 del Banco Santander Chile y 54 del CC Bank en Alemania.
El banco diversificaría así su cartera de créditos, de los que el 47% estarían en el Reino Unido, el 42% en la zona euro y el 11% en el resto del mundo. El 92% de esos créditos estarían respaldados por una nota AA o superior de agencia de calificación crediticia Fitch.
Ratificaría con el Abbey su voluntad de ser fundamentalmente una entidad concentrada en la banca comercial, que acapararía el 85% de su actividad, un porcentaje muy superior al que se da en otros bancos mundiales: el 75% en el HSBC británico, el 73% en el Bank of America, el 58% en JP Morgan Chase, el 54% en BNP, el 50% en Citigroup, el 45% del Royal Bank of Scotland o el 41% de Barclays.
Sinergias en tecnología
Emilio Botín y su equipo pusieron ayer el acento en que las sinergias de la operación se buscarían mediante la renovación tecnológica del banco británico, que permitirá reducir la cantidad proporcionalmente exagerada de empleados en los servicios administrativos, sin contacto directo con el público.
Al adquirir el Abbey, el Santander se está quedando con una marca de escaso prestigio y un banco que apenas ha llegado a la mitad de un plan de reflotamiento a tres años, pero ha comprado sobre todo una red de oficinas con la que poner su primer pie a tierra en las islas Británicas, que hasta ahora pisaban a través de zapatos prestados del Royal Bank of Scotland. Y ese pie son 741 oficinas y 18 millones de clientes que apenas han tenido contacto con un empleado que intente venderles algo cara a cara. Botín quiere que buena parte de los empleados del llamado back office pasen a primer plano, a vender producto. Como el Santander.
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