Verano
Pese a las movidas de Caballos en el PSOE sevillano, los socialistas andaluces se van de vacaciones con los deberes hechos. Los populares, pese a las maniobras del ínclito alcalde de El Ejido, Juan Enciso, también. Manuel Chaves tiene el huerto labrado y en cosecha. Este fin de semana quedarán resueltos los contenciosos de Sevilla y Almería, tal y como ha diseñado y se irá de vacaciones. Caballos tendrá tiempo de reflexionar. Su futuro ya no depende de él, sino de Chaves.
Los populares, a la vuelta del verano, entrarán en capilla. Tiene Javier Arenas el mandato de Rajoy de hacer profundos cambios. Arenas ya ha dicho que al menos el 50% de la nueva dirección serán caras nuevas. Posiblemente, el primero que deba dejar correr el agua de la renovación sea Arenas, condenado a perder de nuevo ante Manuel Chaves. Pero no basta con la renovación, sino que el discurso debe ser otro. Y eso será lo difícil. Las viejas recetas de un viejo y cansado, por ser eterno perdedor, Partido Popular no le hacen fácil ser alternancia.
Estos cambios previstos en el PP andaluz, con Teófila Martínez en la retaguardia, abrirán viejas y, en algunos casos, lícitas refriegas. En Almería, dos pesos pesados como son Amat y Enciso no están dispuestos a ceder espacios, ni sus seguidores. En Jaén, se esperan profundos cambios, con los críticos al alcalde haciendo sonar su disconformidad. No habrá sangre, dicen, y referentes del partido como son algunos alcaldes (Francisco de la Torre, Pedro Rodríguez) jugarán un papel importante.
Lo mismo que dos mujeres emergentes por las que Rajoy y Arenas tienen ciertas debilidades, la eterna alcaldesa de Fuengirola, Esperanza Oña, valor seguro para los populares, pese a estar situada en el espectro menos centrista del PP, y la alcaldesa jerezana, María José Pelayo.
Hay que saludar, también en la canícula, la llegada de los cuatro mosqueteros dispuestos a salvar a Andalucía de las garras de Maragall y Carod Rovira, por simplificar. Manuel Clavero, Rafael Escuredo, Alejandro Rojas-Marcos y Manuel Pimentel (que no se qué pinta vestido de D'Artagnan) se han echado sobre sus venerables y respetuosas espaldas impedir la España asimétrica. Pues, adelante.
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