Claroscuro de especias

Por fin, Utiel-Requena, la suministradora de graneles al insaciable puerto de Valencia, tiene vinos de calidad en los que reflejar la potencialidad vitivinícola de una denominación de origen que exporta casi el 80% de su producción y sólo embotella cerca del 30%. Aquí hay un futuro cargado de posibilidades, basadas en un clima continental aliviado por el Mediterráneo, unas tierras pardo-calizas apropiadas y un conjunto de varietales que permite soñar con grandes tintos. Ejemplos hay, desde Gandia Plá hasta Mas de Bazán, pasando por Vera de Estenas, Torre Oria o Murviedro. El último, y ya de los mejores, es Emilio Clemente, pequeña bodega familiar con viñedo propio de 98 hectáreas en Requena. Cuenta con el asesoramiento de Ignacio de Miguel, uno de nuestros mejores enólogos itinerantes, cuya solvencia profesional no está reñida, sino todo lo contrario, con cierto regusto por el riesgo, el vértigo de la creación. Y eso se nota en el vino, una penetrante conjunción de frutillos silvestres rojos y negros trabajados con habilidad por el roble nuevo, que potencia el claroscuro de las especias. Hay en su carnosidad un gusto sensual, mórbido, que realza la gran calidad de sus taninos, capaces de fundirse suave y lentamente en la boca con un tostado murmullo.