Arenas movedizas

No se separa de un pequeño bote que sólo contiene "arena blanca de la playa", según confiesa. Pero es que para Caroline Leaf (Seattle, 1946) la arena es su instrumento de trabajo. "No soy una gran dibujante y, al trabajar con arena, las limitaciones del material me hacen estar más cómoda, ya que no puedo modificar las siluetas y cambiar la estructura del dibujo", explica esta pintora que estudió en Harvard y que "como el sistema de trabajo de los grandes estudios de animación estaba empezando a crearse" decidió trabajar sola con una curiosa técnica: sobre un vidrio, Leaf vuelca un poco de arena y, con los dedos, va modelando la figura que desea.

Es, en realidad, una manera de trabajar basada en la imperfección, en el error. "Este tipo de trabajo, ante la cámara, tiene algo de performance puesto que no deja la posibilidad de corregir errores, lo que me da cierta energía y libertad", afirma. Si en la teoría el estilo de Leaf es atractivo, en la práctica es un espectáculo fascinante. Ayer, en el IVAM, Leaf compuso con un poco de arena una de las imágenes de su película The owl who married a goose, en el que surgía "desde un material inerte como la arena", en palabras de la propia directora, "el movimiento de los personajes". Leaf mueve la arena con los dedos hasta conseguir la imagen que busca, la fotografía con una cámara cenital y, así, van naciendo, fotograma a fotograma, sus películas, de las que Cinema Jove proyecta una selección de seis de los títulos más emblemáticos.

Leaf mueve la arena con las manos hasta conseguir la imagen que busca

De origen estadounidense pero nacionalizada canadiense, Leaf trabaja desde hace años para el National Film Board de Canadá, una labor que "también es una limitación, porque ellos proponen los contenidos y yo me tengo que adecuar a ellos". Pero a Caroline Leaf no parecen importarle las limitaciones. Al fin y al cabo, su profesión se cimenta en arenas movedizas.