La BBC cierra la peor crisis de su historia con la designación de un nuevo director general

Con el nombramiento de Mark Thompson como director general de la BBC, la radiotelevisión pública británica cierra la peor crisis de su historia. Thompson, hasta ahora jefe ejecutivo de la cadena privada Channel 4, es "la persona adecuada para liderar la BBC en este importante periodo", aseguró el presidente de la compañía, Michael Grade.

Thompson sustituye a Greg Dyke, que dimitió en enero pasado después de que el juez Hutton y el Gobierno de Tony Blair criticaran duramente a la cadena pública por un reportaje sobre el científico David Kelly, que se suicidó tras divulgarse su nombre como fuente de una noticia sobre las armas de destrucción masiva en Irak.

Aquella polémica información acarreó también la dimisión del presidente de la corporación, Gavyn Davies, y dejó malherida la independencia de la BBC. Políticos de todos los colores parlamentarios y medios periodísticos pidieron a los profesionales de la cadena que mantuvieran en pie el espíritu crítico que ha cultivado la corporación pública. La verenable BBC había perdido la batalla entablada con el Gobierno de Blair.

La designación de Grade, un ejecutivo carismático, de fuerte carácter y sin filiación política, al frente de la presidencia fue presentada el pasado abril como una garantía de independencia. Entre sus objetivos inmediatos, se propuso preservar "la independencia editorial" de la BBC y poner los medios necesarios para evitar nuevas crisis.

Con este mismo propósito, el Consejo de Gobernadores de la corporación decidió por unanimidad la designación de Thompson como director general. Una de sus principales misiones será negociar la revisión de la llamada Carta Real, garantía de la independencia de la BBC que expira a final de 2006. "Hará un buen trabajo", manifestó confiado su predecesor.

Antes de su incorporación a Channel 4 en 2001, Thompson (de 46 años) trabajó durante dos décadas en la BBC. Ahora regresa para gestionar el prestigioso grupo audiovisual. Este gigante de la radio y la televisión tiene actualmente 24.000 personas en plantilla y en su redacción trabajan 2.000 periodistas repartidos por 57 delegaciones ubicadas en el Reino Unido y en los cinco continentes. Fundada en 1922, se ha empeñado históricamente en mantener su independencia tanto del poder político como del económico. Sus ingresos proceden del canon que pagan los propietarios de televisores (163 euros anuales).