Lula y la humildad

La humildad suele ser una virtud poco productiva para los políticos. Sus devotos los quieren fuertes, héroes, siempre dueños de la verdad, que no se equivoquen nunca, y hasta con unos granitos de arrogancia. Quizá por ello ha causado impresión la confesión de Lula en la que se acusa en público de sus errores. No se sabe si espoleado por su jefe de imagen, preocupado por el bajón de popularidad del presidente o si convencido por el religioso frey Beto, consejero suyo para el Proyecto Hambre Cero -que ya había conseguido confesar hace unos años a Fidel Castro en un famoso libro de entrevistas-, el caso es que Lula se ha arropado bajo la virtud de la humildad. Ha confesado "haber dicho muchas tonterías durante la campaña electoral"; ha confesado que las realizaciones de su Gobierno "no han correspondido a las expectativas de la campaña"; ha admitido que para realizar lo que prometió "serían necesarios 20 años de gobierno", y hasta ha defendido las ofensas que le hace la oposición afirmando que él, cuando estaba en la oposición, "hacía lo mismo". Ahora, los otros políticos están preocupados. ¿Y si a Lula le resultara bien su ejercicio cristiano de la virtud de la humildad? ¿Y si recuperara con su confesión su popularidad perdida? Ya hay quien dice que frey Beto puede irse preparando para escuchar nuevas y sorprendentes confesiones de humildad, siguiendo la trayectoria del jefe, aunque van a esperar a ver los resultados.-