Prepotencia persistente
Señor Aznar, en los próximos días va a hacer un año de mi llegada a Irak, junto con un grupo de excelentes profesionales de la salud, como miembro de Médicos del Mundo. Estuvimos allí durante el mes de mayo de 2003, y en esas semanas de trabajo, en el hospital de Al-Karkh de Bagdad pudimos convivir y comprobar lo que querían la mayoría de sus profesionales.
Nosotros curamos las heridas de bala y las quemaduras que produjeron la Operación Libertad Duradera. La mayoría de nuestros pacientes eran personas jóvenes y niños de ambos sexos con fracturas, quemaduras y lesiones imposibles de ver en la vida civil. Algunos de esos pacientes murieron a pesar del intento por parte de todos los que allí trabajábamos, dada la gravedad de sus lesiones y de las múltiples carencias que existían. Entre nuestros compañeros del hospital, la mayoría eran de religión musulmana, pero la minoría cristiana convivía sin ningún tipo de problemas con ellos, las creencias religiosas no eran un problema. Las mujeres del hospital trabajaban con igual dedicación y valía que sus compañeros; había doctoras, enfermeras y auxilares que trabajaban sin apenas recibir nada a cambio.
Usted nunca podrá comprender el sentimiento y la cordialidad de ese pueblo. He leído su artículo Desistimiento irresponsable y no he podido reprimir mi indignación por su "prepotencia persistente". Efectivamente, el pueblo de Irak, tras sufrir durante años la opresión de Sadam, tres guerras y un interminable embargo, esperaba que por lo menos tras la invasión llegara un aire de libertad, con la retirada lo más pronto posible de los ejércitos invasores, una fuerte inversión en sus dañadas infraestructuras y el apoyo de los gobiernos del mundo a la recuperación de esa sociedad.
Quizá usted no lo sepa, pero era una sociedad eminentemente laica, más próxima a los valores que nosotros defendemos que la de algunos países vecinos como Kuwait o Arabia Saudí. Lamentablemente, un año después esa sociedad permanece atemorizada por unas fuerzas extranjeras que les temen y a los que tienen miedo. El caos y el integrismo religioso se están haciendo fuertes en esas tierras, y es algo de lo que usted es completamente responsable. Si quería terminar con dictaduras, tenemos otras más cercanas, como la de Guinea Ecuatorial, y si era por viajar, cerca de Irak tiene muchas, como las ya mencionadas de Arabia Saudí y Kuwait, sin olvidar la de los amigos de su amigo Bush, la del Gobierno de Israel, que masacra sin pestañear no sólo a los palestinos, sino también a las resoluciones de la ONU que no veta los EE UU. Pero usted, con una obstinación digna de mejores fines, no sólo no se arrepiente de su equivocación, sino que critica la única solución que puede devolvernos la dignidad ante ese acogedor pueblo. Que dios le perdone.
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