Shakespeare y Cervantes, universales

Sobrando los motivos para que uno piense que el mundo va bastante mal, Carme Riera, en su artículo "Las rémoras de El Quijote", añade uno con el que no se contaba, como sería que, de creerla, "ni Shakespeare ni Cervantes representen gran cosa en nuestra época". Lo que faltaba. Me permito sugerir que el hecho de que Shakespeare y Cervantes molesten tanto sólo se explica porque representan mucho, eso sí, algo que a muchos produce escalofríos: la universalidad. La universalidad esa que reclamaban los tres artistas catalanes más importantes del siglo XX, Casals, Pla y Dalí, bestias negras de los nacionalistas. Los genios no necesitan pasaportes ni imperios ni villorrios que los defiendan.

Seguimos leyendo a Homero sin que éste precise de ningún hecho diferencial o excepción cultural que lo proteja y sin que nada medianamente parecido a la Grecia clásica haya existido desde hace más de 2000 años. Sin ningún imperio detrás que los sustente seguimos leyendo a Shakespeare y Cervantes porque están hechos de la materia de la que están hechos los sueños. Muy mal estaría el mundo si, además de otras obvias desgracias presentes, tuviera razón Riera. No, Shakespeare y Cervantes representan mucho, aunque haya muchos a los que les pase lo que a la Maria-Antònia del Bearn de Vilallonga: "¿Per què dius que Mozart i Beaumarchais son dos desconeguts?

-Perque no els conec -replicava plàcidament donya Maria-Antònia".