Osasuna paga con un empate su miedo a ganar

Superiores en todos los aspectos técnicos, con más convicción y mejor juego, los jugadores de Osasuna se emboscaron en su área durante la segunda mitad hasta que el Málaga, más por pura inercia que por iniciativa, marcó su nada merecido gol. Hasta que el canguelo paralizó a los de Aguirre y bloqueó el ascenso navarro y su consagración en plazas europeas. A base de regalar empates (quince en total y nueve de ellos en El Sadar), Osasuna está desperdiciando una oportunidad de crecer. Sus temores son un lastre difícilmente superable. Por eso, a falta de un minuto, Insúa conseguía el gol de empate y desempolvaba el histórico fatum de un club obligado a sufrir incluso cuando todos los condicionantes juegan en su favor.

Durante los dos primeros tercios del encuentro, el uruguayo Richard Morales se convirtió en la estrella del encuentro. Tras quince desastrosos meses enrolado en las filas rojillas, el delantero ha recuperado parte de su olfato y ayer consiguió un nuevo gol, el segundo desde su llegada y que se suma al logrado la pasada jornada en Valladolid. Sin embargo, la fatalidad persigue al charrúa y una lesión le obligó a abandonar el terreno de juego cuando todavía podía haber amedrentado a la defensa blanquiazul.

El Málaga se mostró ausente y con muchas dificultades para generar juego. Su centro del campo se abstuvo a la hora de participar, sin juego en las alas y con Salva incapaz de luchar contra las carencias de sus compañeros. Osasuna disponía del balón y marcaba un ritmo cómodo, basado en la presión continua sobre los pivotes malagueños. Los navarros, incluso, se permitieron la frivolidad de salir jugando desde la zaga, con lo que se generaron auténticos rondos en el borde del área, para mayor escarnio del Málaga. Además, la pareja Puñal-Pablo García supo distribuir a su equipo, en el que el lateral Izquierdo rayó a gran altura, postulándose como una de las agradables sorpresas futbolísticas de la temporada. Ante tanta superioridad rival, el técnico Juande Ramos reaccionó contra la indolencia de sus futbolistas y, tras el descanso, cambió a los dos extremos, Manu y Duda, que no aportaron nada. Como ocurrió contra el Villareal, otro equipo aspirante a las plazas que dan derecho a la UEFA, se paseó por El Sadar sin demostrar que sus intenciones europeas son reales.