Tragicomedia sureña

Olga y Manuel acariciaron las mieles del éxito con pequeñas caricias de pop como Niña Candela, Cándida o Agüita, pero ahora han imprimido un drástico cambio de registro a su nuevo espectáculo, Canciones del sur. El disco rinde tributo a las principales pasiones musicales del dúo en ambas orillas atlánticas, desde Carlos Varela a Serrat, Chabuca Granda o el maestro Quiroga. Y todo ello con el casi único envoltorio instrumental del piano suave y delicado de Alejandro Monroy, bien conocido por sus arreglos para Isabel Pantoja.

Un planteamiento así no está exento del riesgo de la monotonía, pero Mestisay lo elude con dos bazas primordiales. La primera y fundamental, el talento deslumbrante de Cerpa, capaz de modelar y esculpir cada frase con los barros de la emoción. Y la segunda, la inesperada versatilidad de González como orador locuaz y poeta tragicómico. Sus soliloquios toman prestados hermosos pasajes de Eduardo Galeano o Pedro Lezcano y provocan lágrimas furtivas con el recuerdo de Carlos Cano, pero también aportan descacharrantes alusiones a ¡Chiquito de la Calzada!

El recital de Canciones del sur no es, definitivamente, hijo de la ortodoxia, sino de la bohemia. Sólo así puede aglutinarse belleza, lirismo, sorpresa e hilaridad con tan exiguos recursos humanos y materiales. Un ejemplo de ingenio para estos tiempos perros.