La patrona del 'hip-hop'

Si algún día un juez quisiera castigar con saña al cantante Eminem, aquí tiene un método: colocar entre sus pestañas el mismo aparato que utilizaba el Estado con Malcolm McDowell en La naranja mecánica y obligarle a ver una y otra vez Honey, la historia de una sensible, trabajadora, prudente, guapa, simpática y piadosa bailarina de hip-hop.

Honey podría haberse convertido en la versión rapera de Flashdance, lo que hubiese sido un piropo, pero el esfuerzo de Bille Woodruff se dirige más hacia la conversión en santa de la joven protagonista que hacia la ascensión al estrellato de una chica de barrio. El tránsito, no ya de puntillas sino simplemente a la carrera, por algunos de los temas más espinosos de la trama (violencia familiar y callejera, drogas, prostitución empresarial...) deja bien claras las intenciones del filme. Respecto a la música, para un neófito del hip-hop es difícil saber si alguna de las canciones de la banda sonora son buenas o malas en su estilo, pero lo que es seguro es que recuerdan más a las que suenan en Mary Poppins.