Los sueños de Radu Milos

Radu Milos quiere comprarse un coche, ser informático y quedarse en España. Es rumano y tiene 21 años. El 11-M iba en el tren de Santa Eugenia. Ahora está ingresado en la UCI del hospital Gregorio Marañón con heridas internas y quemaduras. Lo peor para él ya ha pasado. Sólo espera salir cuanto antes para cumplir sus sueños.

Llegó a España hace dos años siguiendo a su hermana Crina. Dejaron su humilde vida en la región de Lugos, cerca de Timisoara. Allí ya sólo viven su madre y dos hermanos pequeños. Los otros dos están en Italia. Cuando llegó a Madrid, Radu encontró un trabajo de albañil. Estaba contento, aunque no tenía papeles. Su hermana muestra orgullosa una foto: "¿A que es guapo?". Sonríe y se enreda en una retahíla de elogios. Cuenta que es un tipo alegre al que le gusta salir con su "novieta", es seguidor del Madrid y le encanta la música evangélica. Decepcionada, Crina se lamenta de no haber podido cumplir sus sueños: "Quiero volver a mi país para vivir como una señora. Estoy harta de limpiar casas. Es muy duro ser inmigrante en España". Ahora está en paro. El jueves, como siempre, tendría que haber cogido el tren con Radu. Tres días antes su jefa la despidió tras una discusión. Él cogió el tren solo.

Escuchó la noticia en la radio. No se preocupó en ese momento. Tenía la certeza de que él se encontraba a salvo. "Estábamos tan unidos, que creía que si le pasaba algo yo lo habría sentido". Dos horas después, su vecina le contó que había visto a Radu en el hospital. Crina está convencida de que con la ayuda de Dios saldrán de esto. "Cuando le vi casi no le reconocí, pero pensé que con mucha fe lo superaríamos. Desde entonces, no ha parado de rezar".

El momento más dramático fue cuando su madre la llamó aterrada desde Rumania al enterarse de los atentados. Tenía un pálpito. Algo les había ocurrido a sus hijos. Ahora sólo desea coger un avión y abrazar a su hijo. No sabe cómo venir. No tiene información. "Mi madre tenía miedo. Nos decía que tuviéramos cuidado porque en España hay una mafia que te puede matar en la calle". Crina la tranquilizaba: "A nosotros no nos pasará nada. Y fíjate". Ahora se siente responsable.