Los debates estuvieron marcados por la situación en Irak

Davos abre más preguntas de las que responde. Cinco días intensos de debates, confidencias y reuniones informales no van a solucionar los problemas del mundo, pero sin duda han ayudado a hacer un diagnóstico bastante aproximado de su estado, del que se benefician empresarios, políticos, agentes sociales y periodistas. Irak ha constituido tal vez el ejemplo más llamativo de reto inherente al tema de este año, Trabajando juntos por la seguridad y la prosperidad. Su situación ha surgido directa o indirectamente en decenas de sesiones.

"Sea en las relaciones transatlánticas, la responsabilidad social de las empresas o las armas de destrucción masiva, el Foro Económico Mundial ha ilustrado de nuevo el deseo de colaboración en este mundo cada vez más complejo e interrelacionado", declaró ayer José María Figueres, codirector del Foro, en la sesión de clausura.

Una de las conclusiones a las que han llegado los copresidentes de la reunión de este año es que las empresas, los Gobiernos y los líderes de la sociedad civil necesitan establecer un marco más efectivo para interpretar y gestionar los riesgos -y las percepciones de riesgo- como parte de su trabajo en equipo en pos de la prosperidad y la seguridad. Y ello es así porque la gente "no confía en los Gobiernos, las empresas y los expertos", según señaló en la clausura James Schiro, director general de la empresa de servicios financieros Zúrich.

Algo que no sorprende teniendo en cuenta que una encuesta encargada por el Foro para esta cita anual da un suspenso generalizado a la comunidad internacional por sus escasos esfuerzos para mejorar el estado del mundo. El análisis llevado a cabo por un grupo de 40 expertos concluye que Gobiernos, organizaciones internacionales, empresas y sociedad civil sólo han hecho un tercio del trabajo necesario para alcanzar los objetivos de la Declaración del Milenio de la ONU que 189 países apoyaron en septiembre de 2002.