Al hilo de las crónicas

Aunque sostiene que todo está en los libros, prefiere leer y dejarse inundar in situ por la emoción evocativa. Afirmemos que la directora del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales viaja tras la huella de las civilizaciones que le fascinan. Imposible obligarle a centrarse en una.

Si digo que en la elección de su destino manda el olfato de historiadora, ¿me equivoco?

En absoluto. Me mueve la fascinación por los hombres y mujeres que han configurado un lugar. Los contemplo y los imagino en sus circunstancias, en su lucha contra la adversidad. Creo que conocer el pasado ayuda a entender el presente. Es una reflexión sobre nosotros mismos.

Pero antes, al subir al avión, ya desenfunda la documentación precisa.

Exacto. Llevo una pequeña biblioteca encima y a veces también música relacionada con el lugar. Además de un pequeño grupo de amigos de intereses afines, con los que siempre buscamos guías excepcionales, no los que te dan el discurso típico para turistas.

Esboce alguno de sus últimos periplos, para ir abriendo boca.

He vuelto hace poco de Egipto, deslumbrada. Antes fui a Asia Menor en un recorrido que llamé "del mar Egeo al mar Negro". Vi Estambul, Éfeso, Mileto, Pérgamo, Troya... También tendría que hablar de la Ruta Quetzal, a su paso por los lugares que fueron misiones jesuíticas.

¿Es tan aventurera como para seguir la marcha de Miguel de la Quadra?

Sí, porque la curiosidad me puede. Pero debo confesar que cada vez que estando en el barco escuchábamos a Miguel decir aquello de: "expedicionarios, aventura a la vista", nos agarrábamos a la mesa.

Creo que en la ruta leían las crónicas de Indias de la época.

Sí, leíamos las anotaciones del descubridor de turno. Recuerdo una referencia a las cataratas de Iguazú. Decía algo así como "llegamos a unos saltos de agua que remontamos". Pero ¿cómo?, nos preguntábamos.

¿Qué civilización le resulta más fascinante?

Ninguna me es ajena, pero quizá diría que la griega, porque de ella arrancan la ciencia y la democracia.