El Deportivo paga su desidia
Dos golazos de Luque y Javi Guerrero dejan en tablas un partido que el Racing leyó mejor
En plenos debates maximalistas sobre la calidad de la plantilla, sobre las características de sus delanteros, es decir, en pleno encono sobre asuntos teóricos, el Deportivo decidió irse a freir espárragos y resolver el asunto en cualquier sitio menos en el área, en cualquier monólogo menos el futbolístico. El Depor, frente al Racing, se perdió en su propia sombra pretendiendo ganar un partido con un único disparo a puerta, eso sí, bellísimo, de Luque, aunque ayudado por la sobredosis de autoestima de Ricardo, que sólo colocó dos jugadores en la barrera.
Ganar con un tiro a puerta ante un rival acreditado como el Racing, que antes de que Tristán estrenara su bota izquierda había dejado dos disparos en los postes de Molina, se antojaba un ejercicio de racanería impropio de quien quiere ganar la Liga. El público, asqueado probablemente por tantas polémicas internas, lo pagó con Diego Tristán, un futbolista que no cuenta entre sus virtudes la de hacerse querer y que ayer no dio una a derechas porque su equipo puso mil kilómetros de distancia entre él y el resto, porque Valerón fue tan intermitente que nunca llegó a encender la luz del fútbol y porque el Racing, con esa actitud tan suya, fue poco a poco cogiendo el balón y cerrando espacios, asfixiando el partido, enredándolo.
DEPORTIVO 1 - RACING 1
Deportivo: Molina; Scaloni, Andrade, Naybet, Capdevila; Sergio (Duscher, m. 66), Mauro Silva; Víctor, Valerón (Munitis, m. 83), Luque; y Tristán (Fran, m. 76).
Racing: Ricardo; Moratón, Pablo Casar, Neru, Azoye; Nafti, Diego Mateo (Anderson, m. 76); Afek (Raúl, m. 64), Benayoun, Regueiro (Txiki, m. 32); y Javi Guerrero.
Goles: 1-0. M. 42. Falta que toca Mauro Silva para Valerón, éste para y el zurdazo de Luque da en el larguero y entra.
1-1. M. 79. Javi Guerrero, de precisa vaselina.
Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Moratón, Diego Mateo, Benayoun, al segundo entrenador del Racing, Nando Yosu, y a Naybet.
Unos 30.000 espectadores en Riazor.
Hay un futbolista que juegue mal o juegue bien disfruta como un niño en cada partido. Es el argentino Diego Mateo, jugador del Racing, tan generoso en el esfuerzo que le permite intervenir en el noventa por ciento de las jugadas que ocurren en el partido. A base de estar en todos los sitios, de choque, de entrega, consiguió merendarse al centro del campo del Depor, obligando a Mauro Silva a jugar más cerca de Molina que del centro del campo, es decir a ausentarse de la creación y a revolverse en tareas menores.
El Racing fue más práctico, juntando a sus jugadores en una labor menos lucida de lo que acostumbra fuera de casa, pero siempre acompañada por la sensación de que el partido sólo se le podría escapar por un maleficio.
Y maléfico fue el inicio, cuando Azoye disparó por sorpresa desde el lateral izquierdo contra el poste de un atribulado Molina, o cuando Javi Guerrero levantó la vista y le bombeó un balón que dio en la cruceta. No es que el Racing jugara con belleza, pero tenía las ideas claras, hasta que Luque agarró un zurdazo que sorprendió a Ricardo y, teóricamente, le dio aire a un Deportivo plano, muy espeso, sin ritmo, excesivamente sonriente, complacido. Tanto que en la segunda mitad sólo disparo una vez a las manos de Ricardo y acabó encajando el gol de empate en otra acción de Javi Guerrero, que supo ver de nuevo adelantado a Molina en un contragolpe de manual.
Nunca habían empatado el Deportivo y el Racing en Primera División. Lo suyo eran partidos resueltos, sin resuello, a todo o nada. Pero siempre hay una primera vez, por obra y gracia del exceso de respeto, para construir un empate que aleja al Deportivo de la cabeza y deja al Racing casi donde estaba.


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