Coleccionar paisajes

Históricamente, salvo contadas excepciones, la cultura de fotografiar un paisaje ha consistido en manifestar un estado de ánimo más que el hecho de documentar un sitio; también, rediseñar una geometría y contar un lugar. Esta forma de hacer ha sido una de las constantes del medio; y lo han hecho sus autores aplicando prácticamente la totalidad de las claves y tendencias estéticas.

Casi todos los que han manejado una cámara, con una u otra intencionalidad, han fijado en primera persona un espacio, unos espacios, que alguien bautizó en los índices como paisajes. Son exteriores pero que, de alguna manera, reflejan muchas veces el interior de quien lo observa, lo capta, lo fija, se apropia de él.

Los lugares que contienen la muestra, y publicación, Realidad y representación: coleccionar paisaje hoy, realizada por la Fundación Foto Colectania (www.colectania.es) reúne una variedad de creadores procedentes de las más diferentes formas de tratar el tema y lo hace con una doble intención: la de formar una colección virtual a base de buscar el diálogo -mediante la reunión de imágenes, que difícilmente se habían conjuntado con anterioridad- entre las fotos específicas depositadas en una serie de galerías privadas de España y la noble voluntad de conservar la memoria en papel en forma de colección.

Y así lo explica el director de esta institución, P. Font de Mora Busutil: "Con ello se pretende un doble fin, mostrar las diferentes maneras de coleccionar fotografías de paisajes y ahondar en sus características con artistas, galeristas y coleccionistas, ya que como fundación queremos apostar por una línea nueva, incentivar el coleccionismo fotográfico de manera diferente y crear un archivo virtual de tomas con obras por las que han apostado un mercado poco habituado a ello".

Ciertamente este objetivo se

ha logrado. Aquí están presentes entre las setenta piezas que componen la muestra, nombres de referencia como Cándida Höfer y sus paisajes cerrados -interiores- (procedentes de la galería Fúcares, Madrid, de cuyos fondos se incorporan las precisas descripciones visuales del entorno industrial hechas por Vicenzo Castella) o la peculiar visión arquitectónica de Andreas Gursky, con sus singulares instantáneas de los macroestadios del mundo (galería Distrito 4, Madrid, que, a su vez, aporta fotos de Allan Sekula y Thomas Struth). Y, entre otros, destacamos los trabajos de Javier Vallhonrat, Frank Thiel y Thomas Ruff (de la galería Helga de Alvear, Madrid), junto a la limpieza de las imágenes de Miguel Río-Branco y de Gabriel Basilico (galería Oliva Arauna).

En general, se trata de un interesante conjunto coherentemente diseñado.