"Se puede ser feliz entre la inmigración y el paro"
Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) no llega a los treinta años y es ya una de las voces más sonoras en la literatura peruana. Al menos en España, donde vive desde hace tres años y donde ha publicado la novela El príncipe de los caimanes (Planeta, 2002) y el libro de cuentos Crecer es un oficio triste ( El Cobre, 2003).
PREGUNTA. Crecer es un oficio triste habla del aislamiento de una clase social en su gueto de cristal. ¿Es ese mundo el que ha generado más escritores?
RESPUESTA. Ese mundo es casi el único que puede generar escritores por razones de tiempo, dinero y acceso a la educación. Salvo algunas excepciones -como Arguedas-, la mayoría de los escritores peruanos más saltantes no sólo provienen sino que hablan exclusivamente de las clases sociales medias y altas (Bryce, Ribeyro, Bayly). Eso ocurre de un modo u otro en todos los países, pero creo que en el Perú de los noventa se forjó también una "ley de silencio" tácita. La literatura de mi generación ha retratado con mucha agudeza a los cocainómanos de Lima, pero nadie ha hablado de, por ejemplo, la violencia de los ochenta, que fue aún mayor que la de Chile o Argentina en los setenta. No está mal hablar de cocainómanos de Lima, yo también lo hago. Pero es triste fingir que no pasa nada más.
P. ¿Por qué eligió España para escribir?
R. En el momento en que dejé Perú, estaba dispuesto a estudiar crianza de cerdos en Tumbuctú con tal de estar en otro sitio. Era la decadencia de Fujimori y yo tenía un puesto en el Estado cercano a la política y los derechos humanos, así que estaba sobreinformado. Además, me habían rechazado todas las editoriales grandes y una chica. Pensé que era el momento perfecto para arriesgarme a ser escritor, y España sigue siendo la metrópoli cultural del mundo hispano. Aquí descubrí que yo era el único inmigrante que vivía peor que en su país de origen. Quise irme. Pero un día abres los ojos y te das cuenta de que es tarde: ya quieres a mucha gente, tienes un lugar, una novia, un libro publicado y la seguridad de que escribirás más. Entonces te preguntas si no será que las colas de la inmigración y el desempleo son una extraña forma de ser feliz. Todos tenemos nuestras perversiones.
P. ¿Qué autores peruanos actuales destacaría?
R. Adoro a Luis Hernández. Aunque ya se murió, es actual. Y a Blanca Varela. Y a Iván Thays. Y a Sergio Galarza, Santiago del Prado y Javier Arévalo. Y a Rocío Silva Santisteban con sus mujeres que mean en las caras de los hombres. Y a Mario Bellatin, aunque creo que ya no es peruano. A los poetas José Watanabe, Antonio Cisneros y Josemari Recalde (Recalde también se suicidó, pero también es actual).

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