Las bajas de EE UU en Irak ya superan a las de la guerra

George W. Bush interrumpió ayer sus vacaciones tras conocerse que la posguerra de Irak ha costado ya más vidas estadounidenses que la contienda, que el presidente dio por terminada el pasado 1 de mayo con el lema de "misión cumplida". Desde entonces han muerto 139 soldados de EE UU, uno más que durante el periodo de hostilidades, iniciado el 20 de marzo. Bush pidió ayer "perseverancia, paciencia y voluntad" y prometió que, pese a la violencia, nunca ordenaría la retirada de Irak antes de "una victoria completa".

La mayoría de las víctimas estadounidenses de la posguerra cayeron en accidentes o acciones ajenas al combate -77 bajas mortales- frente a los 62 soldados abatidos en situaciones definidas por el Pentágono como de "fuego hostil". Una gran parte de estos ataques se ha localizado en el llamado triángulo suní, entre Bagdad, Ramadia y Tikrit, la ciudad natal de Sadam Husein.

En un discurso pronunciado ante veteranos de guerra en San Luis (Misuri), Bush admitió que las tropas estadounidenses, a las que calificó de "Ejército de liberación", se enfrentaban a grandes dificultades en Irak. "Sabemos, desde las experiencias de Alemania y Japón tras la II Guerra Mundial, que la transición de la dictadura a la democracia no es fácil, puede costar años, no meses", reconoció el presidente antes de afirmar que la campaña de Irak era decisva en la guerra contra el terrorismo. Un Gobierno democrático en Bagdad, dijo, supondría "un ejemplo para Irán y otros países de Oriente Próximo que suspiran por la libertad".

Las encuestas realizadas en Estados Unidos reflejan, sin embargo, el creciente descontento de la opinión pública de aquel país con la gestión de la ocupación de Irak, que está resultando excesivamente cara en vidas y en dinero: un presupuesto de unos mil millones de dólares semanales para el despliegue de los 140.000 soldados.