El avance del 'multiculinarismo'
Las tiendas de comidas exóticas comienzan a proliferar con la llegada de los inmigrantes a Euskadi

Los inmigrantes se han traído consigo muchas cosas. Algunas son aportaciones tan intangibles como la diversidad. Otras huelen y saben a tierras lejanas y se venden en las pequeñas tiendas de comida que comienzan a aparecer en nuestras ciudades. Son manjares de Colombia, Camerún, Marruecos o Pakistán y tienen nombres extraños como el chontadero en salmuera, foufou, msamaiv, o papadoums... Con el tiempo, entre los clientes extranjeros, se va colando alguno local. "Son sobre todo españoles que tienen algún lazo allá", explica Antonio, un colombiano que lleva algo más de un año en Bilbao. En su tienda vende productos importados de Suramérica.
Antonio explica al profano que las tortas blancuzcas se llaman arepas y se hacen con harina de maíz asada o que la panela es un dulce de jugo de caña. "Con los licores, la gente se anima más a probar", dice con una sonrisa mientras muestra una botella de aguardiente que, al igual que él, procede de la región de Antioquia. En las baldas, se amontonan los productos envasados por empresas de Ecuador o Colombia. Los importan compañías de Madrid y en el proceso participan varios intermediarios, lo que encarece los productos. "Son caros comparados con allá. Casi todo lo que yo vendo son caprichitos".
Al lado de los zumos de frutas tropicales, las bebidas dulces de malta y las gaseosas de colores, Antonio ofrece frutos como la yuca o unos plátanos grandes ennegrecidos, que se usan en la preparación del sancocho, guiso de carne ecuatoriano.
Este tipo de tiendas se encuentran en los lugares de concentración de población inmigrante, como el barrio bilbaíno de San Francisco. Allí, los viejos ultramarinos han dejado paso a las tiendas africanas y las carnicerías islámicas, en las se puede comprar carne halal, que cumple las normas coránicas de pureza y proviene de animales sacrificados según un determinado rito. El proceso es complejo, explica Muoivir, un marroquí, atiendiendo la carnicería. Los animales deben orientarse hacia La Meca y se desangran por completo mientras el sacrificador entona una oración a Dios. El trabajo de Muoivir, que deja claro y con alivio que sólo se dedica a la venta, no se diferencia mucho del de un carnicero tradicional: despacha a una nutrida clientela compuesta sobre todo por hombres marroquíes y argelinos.
Unas decenas de metros más allá, en la misma calle, de un establecimiento sale una música india. Es el mercado de Aslam, un paquistaní que llegó hace dos años y medio procedente del Reino Unido. Posee el mercado y el restaurante contiguo. Sus compatriotas no son muy numerosos en Bilbao. "Somos unos 10 ó 15 en total", sostiene. De ahí que la mayor parte de sus clientes sean españoles seducidos por la aromática comida que vende. Los botes de especias, las salsas de curry ya preparadas o el arroz basmati son los productos estrella.
Fuera de la tienda, una pareja de hombres de unos cincuenta años que no desentonaría en una sociedad gastronómica mira con extrañeza los envases que contienen salsas picantes. ¿Qué opinan del multiculinarismo? Uno de ellos niega con la cabeza y exclama: "¡Donde esté un buen chuletón...!"
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
Discurso a la nación: Trump exagera sus logros económicos y se olvida de Venezuela
Vicky Colbert, socióloga: “Si los niños son diferentes, la escuela tiene que adaptarse a ellos, y no al revés”
‘Arancel’, la palabra del año para la FundéuRAE no habla solo de lengua, también de poder (y economía)
Claves de una cumbre que decide el futuro de Ucrania y Europa: ¿por qué es tan importante?
Lo más visto
- La población de pumas de la Patagonia se dispara gracias a una presa inesperada: los pingüinos
- El Supremo ordena al ex fiscal general el pago de la multa y la indemnización a la pareja de Ayuso que le impuso al condenarle
- El Gobierno de Mazón pagó 107 millones de euros más a Ribera Salud al aumentar su aportación por ciudadano
- Víctor Manuel, músico: “El capital tiene que rectificar, nunca pensé que fueran a ser tan voraces”
- Carlos Alcaraz y Ferrero rompen tras siete años: “Llegan tiempos de cambio para los dos”




























































