Un amante de los bólidos

Kosuke Kitajima ya le había dado a Japón en los últimos años algunas satisfacciones importantes. Por ejemplo, poseer el récord del mundo de los 200 metros braza hasta hace dos semanas. Tal vez para resarcirse ayer batió por 16 centésimas el de los 100 braza.

Hijo de los propietarios de una tienda de electrodomésticos en Tokio, Kitajima se mostró realmente parco en palabras al intentar expresar sus emociones. "Sé que esta medalla es muy importante para mi país y que ayudará a mejorar los resultados de todo el equipo". Y se confesó un poco sorprendido de su marca, pero por mala. Según afirmó esperaba habrla bajado hasta 59.5s.

Kitajama comenzó a nadar a los cinco años. "Mis padres me empujaron a hacerlo", dice. Está estudiando educación física en la universidad de Tokio, y cuando se le pregunta sobre sus aficiones, atina a decir, en un pésimo inglés: "Me encanta la velocidad y conducir". Su carrera dio ayer un vuelco espectacular. Nunca había llegado tan lejos en unos Mundiales. En Fukuoka, en 2001, concluyó cuarto en los 100 metros, y logró el bronce en los 200. Pero el año pasado lanzó un aviso a los cuatro vientos, cuando en los campeonatos asiáticos se colgó el oro en sus dos distancias de la braza.