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VISTO / OÍDO
Columna
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El campo de exterminio mundial

Los filósofos de la "deshumanización" dicen que nunca quisieron justificar lo que está pasando: la reducción del hombre a un estado bruto que conduce al niño descuartizado de Bush y Blair y Aznar, por orden de jerarquía por ser un hijo del mal. En otro tiempo en que viví se hablaba de "desnaturalización"; y una izquierda potente la combatía (Los animales desnaturalizados, Vercors, 1952) por cómo la especie había sido reducida a nada en los campos nazis. Hay que considerar esos campos como una metáfora: el mundo entero es un campo de concentración. Se veía con horror la reducción del ser judío a víctimas sin humanidad: los que aún vibramos con aquel choque tenemos otro igual de grave: el que los judíos se deshumanicen para ser verdugos.

Vino el existencialismo, y después el estructuralismo, y fue apareciendo la idea de deshumanización contra seres despreciados por la sociedad. Al pedófilo, por ejemplo: si no se le considera como un delincuente social sino la encarnación del mal, se le deshumaniza, cuando su delito es tan extenso, y hasta lo cometen sacerdotes, que tiene una causa social; y si no se entiende así se impide deshacer ese daño: sólo se castiga, pero se le deja continuar (Jodie Humphreys). El "eje del mal" o el "terrorismo universal" de Bush y de Aznar, respectivamente y mutuamente, contribuirían a ese mismo reduccionismo de los problemas. Esa forma imperial, que algunos pensadores alemanes vieron sobre todo en el imperialismo de preguerra, es una deformación del humanismo, que arrancó como doctrina liberadora o coincidencia histórica de varias artes. Los que combatieron ese humanismo deformado se ven ahora desbordados por la falta lógica de diferenciación entre dos términos: humano y humanismo. Aparecen como enemigos de lo humano, y se les atribuye el pensamiento que conduce a esta idea del mundo como un campo de exterminio que preconizan los nuevos imperios: la diferencia con los antiguos está en la multiplicación técnica de los medios de destrucción y en las ideas del "mal absoluto".

Ahora se espantan: demasiado tarde. Es difícil algo tan sencillo: frente a la desnaturalización de la democracia está la creación de la democracia; el empobrecimiento de la palabra libertad no requiere actos contra la libertad, sino limpiarla. Y la trampa del humanismo no necesita deshumanismo ni deshumanizar: más bien recuperar y recrear.

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