La reconquista de Gasol

Brillante y tenaz, Pau Gasol no se ha perdido ninguna de las funciones de los Grizzlies de Memphis desde que debutó, en diciembre de 2001: 119 partidos, 35 victorias y 84 derrotas. Cada paso atrás lo ha resuelto con un salto adelante. El baloncestista español está empeñado en convertirse en una estrella de la NBA y nadie parece capaz de hacerle cambiar de idea.

A punto de cumplir la primera mitad de su segunda temporada, vive uno de sus mejores momentos. "Me siento muy cómodo y suelto. He estado bastante bien en los últimos encuentros. Soy consciente de que será complicado mantener el nivel, pero al menos intentaré sostener la intensidad y la agresividad en mi juego", dice. Sólo le queda corregir sus pérdidas del balón.

Sus últimos cuatro partidos los ha sellado Gasol con más de 20 puntos y 10 rebotes. Mejores estadísticas, por ejemplo, que Jermaine O'Neal, pívot de los Pacers de Indiana, elegido el mejor jugador de la semana en la Conferencia Este. Si el balance de triunfos de su equipo durante los últimos siete días hubiera sido aceptable, su candidatura como el mejor del Oeste habría ganado muchos enteros. Como casi siempre, las deficiencias del conjunto minimizan sus méritos individuales.

Atrás queda el periodo de adaptación y falta de confianza que supuso la llegada al banquillo de Hubie Brown para sustituir a Sidney Lowe. Durante los ocho primeros partidos de la primera fase y a pesar de las ocho derrotas, Gasol estuvo a gran nivel: en siete de ellos superó los 20 puntos. Un verano de por medio, pero ningún cambio. No obstante, los novatos, Gordan Giricek y Drew Gooden, parecían a veces tener más peso en el ataque que él. Fue sospechoso que en los dos momentos en los que el Memphis estuvo más cerca de la victoria le negaran la pelota mientras Jason Williams, Gooden y Giricek tiraban sus posibilidades por la borda.

La pactada dimisión de Lowe y el fichaje de Brown tornó la sospecha en evidencia. El nuevo entrenador se inventó una pretemporada en plena competición. Ideó el sistema de la primera y segunda unidad. Cinco titulares y siete reservas que se dividían el tiempo de juego matemáticamente.

En tal colectivización, Gasol se difuminó. Disminuyeron sus minutos, puntos, rebotes, lanzamientos... El catalán era uno más en la patrulla. De 21 puntos por encuentro su promedio bajó a 10. No se le veía tan perdido desde su debú. Su frustración ofensiva derivó en pasotismo en la defensa. Finalmente, se quejó y Brown le exigió rebotes. Contra los Wizards de Washington, al día siguiente, el ala-pívot le dio 15 y dos tapones decisivos para la victoria. Otra demostración de carácter.

Después de las prácticas, vuelta a la normalidad. Los últimos 17 encuentros han visto al mejor Gasol. El cuadro juega más para él y quizá aún debiera hacerlo más. Tras la desconfianza inicial, Brown le ha reintegrado buena parte de sus privilegios. Diez triunfos y siete derrotas han coincidido con su mejor racha: 20 puntos, 9,4 rebotes y 2,6 tapones de promedio (en los 12 primeros partidos con Brown: 10,3; 7,8 y 0,4, y en los ocho anteriores, con Lowe: 21,1; 7,5 y 2).

"Está claro que estamos haciendo muchas mas jugadas para mí y que estoy tocando muchos más balones", concluye Gasol.