El Besiktas perdona al Alavés

Ni apelando al espíritu de Dortmund, ni a los orígenes, ni a los colores (ahora ya no es el Pink Team de hace dos temporadas sino un color burdeos). El Alavés ha entrado en la peor crisis que se recuerda desde que regresó a Primera. De aquello hace cinco años. El equipo de Mané no es el equipo de Mané. Inseguro en la práctica de esa presión que le dio un sello particular, vulnerable cuando pierde la pelota, lento en defensa e incluso con miedos típicos de equipos en descomposición. El Besiktas y la UEFA podían aclarar ayer el embrollo que se cuece en el Alavés, pero nada más lejos de la realidad. El equipo turco, con algunos futbolistas de primera clase, sólo aplicó la naturalidad. Hoy por hoy es superior. Sólo le faltó creérselo.

No hizo falta recurrir a planteamientos tácticos. Es simplemente una cuestión anímica. El Alavés cargaba aparentemente con el partido y, sin embargo, no se lo creía ni él, ni los turcos, ni las gradas de Mendizorroza. En cuanto el Besiktas tocaba un balón, se convertía en motivo de zozobra local. El rumano Pancu e Ilhan Mansiz (el máximo goleador de Turquía en el Mundial) encararon a Dutruel, el mejor de los alavesistas junto con Karmona. Éste, que estuvo toda la noche salvando los muebles a la zaga, y sobre todo a Téllez, culminó la jugada tonta de la noche y fue quien hizo el trabajo de los puntas turcos.

El Alaves, lejos de reaccionar con el gol en contra, acentuó todos sus temores. Ni siquiera se veía capaz de sacar el balón controlado desde atrás. Dobra, el actor pasivo del Besiktas en la jugada del gol, volvió a recibir más regalos de Téllez. Mané no era ajeno a la fuga que se abrió por todo el campo, pero de modo muy especial por la izquierda. Así que mandó fuera a dos de los pocos que quedaban intocables en el equipo titular (Llorens y Téllez) y el partido se aclaró.

Los cambios concedieron tranquilidad y taparon los agujeros en defensa. El Besiktas hizo el resto, que fue mucho a favor del Alavés. Los turcos no comprendieron que tenían ante sí a un equipo en coma y no al finalista de la UEFA del año 2001. Se conformaron con el 0-1, que a simple vista parece suficiente pero que viendo cómo evolucionaba el choque no supieron rematarlo. Si en vez de dos jugadores en tareas ofensivas hubieran mantenido un equilibrio, el Alavés no se habría levantado. Y se levantó. Con el Besiktas totalmente encerrado en su área, Abelardo sacó la cabeza y marcó el empate. Y al Alavés todavía queda Estambul.