Una de almohadillas

El moderno espectáculo taurino precisa para su consolidación de elementos adyacentes. Los taurinos dotan a la plaza de almohadillas blancas. Para potenciar el triunfalismo. El aplaudidor se encuentra con el solicitador de trofeos debajo de sus posaderas. Otra explicación no cabe. El blanco es sucio. El verde sería un color más apropiado. Es más sufrido.

Ejemplo: Padilla, por gazapón, torpe pero voluntarioso ante la primera de las seis piltrafillas que el señor Martín escogió para el festejo. En vez de multarle por dejarse ir una pera en dulce, las almohadillas le concedieron trofeo.

Antonio Ferrera, superior con las banderillas. En sus dos faenas anduvo importante, entregado, con exposición y coraje, las almohadillas de turno le concedieron un ápendice por faena. Salió a hombros de los capitalistas.

Encabo, deslucido en el tercero. No cortó en el quinto trofeo, no por falta de almohadillas, sino por la terquedad del presidente.