'Un país que no ve no puede progresar'

Borja Corcóstegui, (San Sebastián, 1950) es el impulsor de la Fundación Ojos del Mundo junto con Rafael Ribó. Convencido de que los problemas oftalmológicos lastran la capacidad de los países pobres, promueve la formación de especialistas en sus países de origen. Lo explica entre dos operaciones en la clínica que dirige en el barrio de la Bonanova de Barcelona.

Pregunta. En los países del Tercer Mundo muchas ONG trabajan en la mejora de la calidad de vida desde la sanidad. ¿En qué se diferencia Ojos del Mundo?

Respuesta. Trabajamos dando mucha más importancia a la formación de especialistas que al trabajo que nosotros hagamos directamente sobre el terreno. Es mejor formar personas que operar 200 cataratas.

P. ¿Se subestima el papel de la oftalmología en las políticas de desarrollo?

R. Sí, suele ocurrir en muchas partes, pero lo cierto es que un país que no ve bien no puede progresar. Es una lástima que en países donde apenas se forman universitarios parte de ellos abandonen sus estudios por problemas de visión.

P. ¿Cuáles son los problemas más frecuentes?

R. Hay básicamente tres: las cataratas, el glaucoma y el tracoma. Es impresionante la cantidad de gente que se queda ciega por unas simples cataratas. Y esto se agrava en países como Mozambique, donde sólo hay tres oftalmólogos por 18 millones de personas.

P. ¿Y las otras enfermedades?

R. Tratar el tracoma es especialmente prioritario, ya que afecta mucho a niños, puede derivar en ceguera y se podría evitar siguiendo unas normas de higiene básicas.

P. ¿Cómo garantizan la efectividad de Ojos del Mundo?

R. No tenemos intermediarios. Sólo hay una persona que se dedique exclusivamente a la fundación y nuestra política es formar a personas que a su vez formarán a otras. El material técnico es importante; pero si no hay gente que lo sepa utilizar, no sirve para nada, y es esto lo que intentamos evitar.