La maldición de Zidane y Figo
A las estrellas más rutilantes del Madrid les obsesiona no haber ganado nunca el gran título europeo

Zidane es etéreo y breve como un monje zen y no se sabe si busca inspiración en el Corán o en la Guerra de las Galaxias. Hace dos días susurró una frase, apenas audible: 'Encontraré la fuerza interior para ganar esta final'. El francés no tiene reparos en anunciarlo: 'La Copa de Europa es el primer objetivo, desde que comenzó esta temporada'.
Figo es terrenal y corpulento y ayer apareció con el tupé recién engominado para proclamar su estado de ánimo. Torció la ceja única y dijo que la final de Hampden Park significa la muesca más alta en su currículo: 'Cualquier profesional que ejerza esta profesión tiene como mayor objetivo llegar hasta aquí'.
Zidane y Figo se juegan mucho esta noche. Estos dos futbolistas encarnan la vocación internacionalista del Madrid. El presidente no los fichó por su valor 'real', sino por su valor 'simbólico'. Pérez los convirtió en los jugadores más caros de la historia (por ambos pagó unos 144 millones de euros) porque oficialmente eran los mejores del mundo y porque eran capaces de promover la imagen del Madrid como nadie en el aniversario del centenario. Porque no sólo son futbolistas. Zidane, de 29 años, es el francés más popular desde De Gaulle. Figo, también de 29, es el tercer adalid de la trinidad portuguesa, junto a Eusebio y Amalia Rodrigues.
Ocurre, sin embargo, que ninguno de los dos ha coronado esta fama con la Copa de Europa. A Figo y a Zidane se les resiste. ¡Precisamente el trofeo que identifica al Madrid! ¡En el año del centenario y en plena sequía de títulos! Es paradójico. Porque si el Madrid tiene una forma de eludir el fracaso esta temporada, es cambiando la suerte de sus dos futbolistas más internacionales. Esta noche, por tanto, Figo y Zidane deberán probar que pueden torcer su propio destino. O el destino del Madrid será oscuro.
Zidane perdió dos finales de Liga de Campeones, contra el Borussia en 1997 y contra el Madrid en 1998. En Italia le llamaron Gato Negro. Le acusaron de gafe, y los patriarcas de la familia Agnelli, dueña de su ex club, el Juventus, han hecho poco por borrarle ese marchamo y no han reparado en hacer declaraciones hirientes cada vez que el Madrid ha dado un patinazo esta temporada. El caso de Figo es similar. Como Zidane, el portugués ha recibido premios de todo tipo en los últimos años: desde jugador del año de la FIFA hasta el Balón de Oro. Pero de la Copa de Europa, ni rastro. El año pasado, jugando en el Madrid, no pasó de la semifinal con el Bayern.
Figo, a quien la llegada del francés dejó en segundo plano publicitario, habla de las virtudes del Madrid con Zidane: 'Creo que lo que ha traído, lógicamente, es su calidad y la importancia que tiene en el mundo del fútbol. Pero por encima de todo, su técnica y experiencia, han ayudado a hacer al equipo más fuerte'.
'Llegamos a este momento sin conseguir ningún objetivo y por eso creo que la presión es mucho más grande', prosigue el portugués. 'Creo que el ambiente que se vive en este partido es distinto a todo. Se trata de la competición más importante a nivel de clubes y uno de mis objetivos era jugar por lo menos una final de Liga de Campeones. He venido a este club para conseguir ganar todavía más prestigio y tener la oportunidad de ganar una Copa de Europa. Porque el Madrid es un club que está acostumbrado a llegar a las finales'.
Figo dijo ayer que no sabía nada de la célebre final de Glasgow que jugó el Madrid de Di Stéfano, Puskas y Gento contra el Eintracht (1960). Muchos escoceses lo recuerdan como 'el mejor partido de fútbol jamás jugado en Escocia'. 'Muchas veces', comentó Figo, 'la exhibición es importante en el presente. De aquí a cinco, diez años, en la estadística no se verá quién jugó muy bien. Se verá el resultado'.

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